SEIS EXTRANJEROS EN BUSCA DE... (RICORDANDO PIRANDELLO)
- edwino54
- 27 may
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Actualizado: 1 jun
Hace muchos años, algo más de cincuenta, el destino me llevó a Siena donde debería reforzar el aprendizaje del italiano y darme un baño de cultura e historia italiana en la Universidad para Extranjeros de Siena. Después de una larga meditación sobre cual debía ser el lugar más apropiado, finalmente me había decidido por Siena, habiendo descartado la posibilidad de ir a Perugia. En ese entonces, aunque ahora parezca increíble, no había muchas más opciones para que un extranjero pudiera hacer inmersión en la lengua italiana.
Fue una selección afortunada, sin ofender a los peruginos y los encantos de su ciudad. Siena es una ciudad única, mágica por su capacidad de llevarnos al pasado de modo inmediato. Sus calles estrechas y empinadas, el ocre de Siena que colorea sus casas, te envuelven al vaivén de los tambores que, desde la distancia anuncian que algo va a pasar: el Palio, esa carrera de caballos desbordada y sin reglas esta por acontecer.
Desde el primer instante que toqué la tierra de Siena quedé embrujado. Llegue a la Piazza del Campo y esta me arropo con su concavidad que visibiliza cada ángulo, cada rincón, cada calle o escalera por donde va y viene el flujo de sus habitantes, que no pueden resistirse a la tentación de atravesarla a cada ocasión que se presenta.

Piazza del Campo, Siena. Archivo del autor.
A partir de ese primer encuentro y durante tres meses, pasar y repasar por la plaza fue más que un camino obligado: fue una necesidad de alimentar el alma con la majestuosidad de la torre del palacio municipal, con él estupor cotidiano, pero siempre nuevo de mirar la punta de la torre inmersa en el azul profundo del cielo toscano, cielo que no he vuelto a encontrar en otras latitudes. Sentarse en las gradas de la fuente, oyendo borbotear el agua que brota a los costados, es apenas el inicio de las sensaciones que produce Siena.
Esa misma tarde de mi llegada, después de un largo viaje desde Como con mi amiga Giovanna, me inscribí en la Universidad y salí a caminar sin rumbo por las callejuelas hasta que llegué detrás de la plaza de mercado, guiado por el olor del viento, al sendero que se abre inesperadamente hacia las colinas del Chianti. El brillo enceguecedor del sol de junio reverberaba en cada hoja de vid, creando un concierto polifónico de verdes que presagiaban una cosecha abundante.
Esa combinación de sonidos, olores y colores fue mi primera aproximación a la ciudad y desde ese momento hicieron parte de mi vida y de mis nostalgias.
Pero además de las emociones que la ciudad me producía, tuve la suerte de encontrar amigas y amigos maravillosos, que me guiaron en el conocimiento del arte y la arquitectura de la región.
Este grupo de amigos estaba compuesto por dos profesores de arte, uno de Barcelona y otro de Madrid (Pedro y Pablo), ambos rotundamente republicanos, una yugoslava comunista y admiradora del mariscal Tito (Vanja), una Suiza (Simona) de Saint Gallen de clara vocación capitalista y de padre relojero, una joven vienesa (Anne) de carácter enérgico y ceño fruncido y este joven colombiano recién desempacado en Italia, soberbiamente ignorante, pero vagamente conocedor del arte a través de las conversaciones, o más bien monólogos, que le había oído a mi abuelo Pedro Nel Gómez [1]el pintor y muralista colombiano que se había casado con una ”dama“ Florentina.
Aunque casi siempre estábamos juntos los seis, el grupo se integraba o desintegraba momentáneamente por movimientos individuales que llevaban a cada una de las chicas a distintas ciudades italianas que querían conocer.
Los tres, los dos españoles y yo, nos movíamos más sincronizados unidos por nuestro interés en común sobre el arte toscano. Debo decir que lo afortunado que fui, Pedro y Pablo cuyos nombres recordaban una celebración católica, eran los únicos que habían llegado a Siena en automóvil y eso nos permitía una movilidad única.
Con ellos fui a Volterra a admirar el museo etrusco, civilización de la cual tenía pocas o nulas referencias; a Colle Val d’Elsa suelo nativo donde había nacido Cennino Cennini[2]; a San Sepolcro donde me maravillé con las obras de Piero della Francesca. Nunca olvidaré la impresión que me causó la Resurrección de Cristo[3] pintada por Piero hacia 1467. Esa obra que había sido ya descrita por Aldous Huxley como “la más grande obra de Arte del Mundo”, me marco profundamente[4].

No faltaron numerosos viajes a San Gimignano y Florencia donde amplíe mi visión del arte a través de estos dos profesores que conocían a dedillo la historia y la evolución que se había dado en el renacimiento italiano. En Florencia me acompañaron a ver la Cappella dei Pazzi de Brunelleschi, Capilla que ya conocía, pero de la cual no había entendido su importancia como icono de la perfección arquitectónica que dio vida a la arquitectura del renacimiento. Fueron múltiples también las visitas a la Pinacoteca de Siena, donde no tuve la fortuna de encontrar a un viejo amigo de mi abuelo, Enzo Carli [5], que había escrito en 1956 un libro sobre el muralista colombiano, libro que aún hoy permanece inédito.
Pero Siena y la Toscana no solo son museos, y menos en el verano donde sus colinas de ensueño y los pequeños valles por donde ruedan innumerables riachuelos las convierten en destino obligado para seis amigos que buscan una tregua en el tórrido calor estivo.
La discusión que voy a tratar de reproducir, después de tantos años, ocurrió en uno de esos picnics, como se les decía en ese entonces. Nuestro destino esa tarde era un pequeño y apacible rio, de color turquesa que se tornasolaba al vaivén de los árboles que, por momentos, dejaban pasar los inclementes rayos del sol.
Fue, y lo digo con nostalgia, una conversación apasionada sobre el sentido y la función del arte. Y creo que esa conversación inconclusa es cada día más vigente.
Todo empezó como cualquier paseo a un rio. Llegamos, descargamos las viandas y procedimos a entrar al agua, a refrescar los cuerpos y a estimular los sentidos.

La corriente era suave, acariciaba la piel como pinceladas ligeras de un cuadro impresionista. Simona, apenas cubierta por un bikini que parecía parte de su piel bronceada, salió del agua como una Venus contemporánea. Mientras se escurría el cabello, me miró y sonrió con ese aire desafiante tan suyo preguntó, provocadoramente: ¿No crees que la verdadera belleza se revela cuando hay menos distracciones? Una gota de agua resbaló por su clavícula hasta perderse entre sus senos. El calor del día no era solo obra del sol.
A medida que el sol caía, la leve brisa nos hizo reunir alrededor del banquete que habíamos preparado: pan toscano, prosciutto y salami, quesos maduros y frescos, olivas y anchoas y por supuesto, garrafas de vino Chianti, que inducían a que el apetito no fuera saciado y abrían espacio a una discusión, que fragmentariamente, ya habíamos esbozado.
Pedro el Catalán (mientras disfrutaba de un trozo de prosciutto nos dijo): Bueno, amigos, creo que la función del arte es principalmente una expresión profunda del alma humana. A lo largo de la historia, los artistas han utilizado su creatividad para plasmar sus emociones y experiencias en sus obras. Es como si el arte fuera un medio para liberar y comunicar lo que no se puede expresar fácilmente con palabras.
Yo: (asintiendo) Tienes razón, Pedro. El arte tiene esa capacidad única de conectarse con las personas a un nivel más emocional y espiritual. Creo que, especialmente en la cultura latinoamericana, vemos cómo el arte es una forma de transmitir la identidad, la historia y las luchas de nuestra gente.
Pedro: Exacto, y también creo que el arte puede ser un espejo de la sociedad en la que se crea. A través del arte, podemos comprender mejor la mentalidad y las preocupaciones de una época específica. Es como si cada obra de arte fuera un fragmento de la historia que nos ayuda a contextualizar el pasado.
Pablo: Estoy de acuerdo, pero también pienso que el arte puede ser una forma de cambiar la perspectiva del espectador. Algunas obras desafían nuestras ideas preconcebidas y nos invitan a ver el mundo desde una nueva óptica. Es como si el arte tuviera el poder de expandir nuestras mentes y provocar reflexiones más profundas sobre la vida y la sociedad.
Pedro, interviniendo: Sin duda, el arte también tiene una dimensión estética. A veces, simplemente nos deleitamos con la belleza de una pintura, una escultura o una pieza musical. Esa experiencia estética, en sí misma, puede ser significativa y enriquecedora para nuestra existencia.
Yo: Entonces, ¿podríamos decir que el arte tiene múltiples funciones y todas son válidas?
Pablo: Sí, exactamente. Creo que la función del arte es compleja y multifacética. No hay una única respuesta correcta, y tal vez esa es la belleza del arte en sí mismo: cada persona puede encontrar significado y propósito en diferentes formas de expresión artística.
Pedro (sonriendo): ¡Estoy de acuerdo! Y esa diversidad de perspectivas es lo que hace que nuestras discusiones sobre el arte sean tan interesantes y enriquecedoras.
La conversación continuaba, con cada uno de los amigos aportando sus ideas y puntos de vista, debatiendo y aprendiendo unos de otros mientras el sonido del río y la atmósfera de Siena nos inspiraban a sumergirnos aún más en el misterio y la magia del arte.
Yo (sacándolos de la ensoñación en que habían caído): pero… el artista debe estar comprometido con los problemas de la sociedad. Creo que el artista que solo pinta belleza y no se compromete con su pueblo, solo es un artista retrogrado. En el siglo XX esa posición artística ya no es posible.
Simona al escuchar mi opinión sobre el compromiso social del artista, se inclinó hacia mí y me habló directamente:
Simona (reflexionando): entiendo tu punto de vista, y ciertamente hay artistas cuyo trabajo se centra en cuestiones sociales y políticas relevantes. Es importante que el arte tenga la capacidad de reflejar y abordar los problemas que afectan a la sociedad. Sin embargo, también creo que hay espacio para diferentes enfoques artísticos.
El arte puede ser una forma de expresar una amplia gama de ideas y emociones. Y aunque un artista pueda no abordar directamente problemas sociales en su obra, esto no significa que sea retrogrado o desvinculado de la realidad. A veces, el arte que busca la belleza estética o la introspección personal puede tener un impacto profundo en el espectador y ser igualmente valioso.
En el siglo XX, tenemos una diversidad de visiones artísticas y enfoques que enriquecen nuestra cultura y nos hacen reflexionar sobre diferentes aspectos de la existencia humana. Creo que cada artista debe tener la libertad de elegir el camino que mejor se ajuste a su visión y estilo creativo.
Lo importante es que el arte, de una forma u otra, nos desafíe, nos inspire y nos lleve a pensar más allá de nuestras propias perspectivas. Es en ese diálogo entre las distintas expresiones artísticas que encontramos una riqueza cultural que nos impulsa a seguir creciendo como sociedad.
Ante tal inspiración de Simona, Vanja la “yugoslava”, como la llamábamos, decidió poner su punto de vista sobre la mesa (imaginaria):
Vanja (con convicción): comprendo las distintas visiones sobre la función del arte, pero en la Unión Soviética y en los países del Este valoramos el arte como una poderosa herramienta para la construcción de una sociedad socialista y el fortalecimiento de la lucha revolucionaria. Nuestro enfoque artístico se basa en el Realismo Socialista, que busca reflejar la realidad del pueblo y su lucha por un mundo más justo.
En nuestros países, el arte tiene la responsabilidad de promover los valores del socialismo y retratar los logros de la clase trabajadora y del gobierno comunista. Creemos que el arte debe ser accesible para las masas y educar al pueblo sobre la ideología comunista y los desafíos que enfrentamos en la construcción de una nueva sociedad.
Si bien valoramos la belleza y la expresión artística, consideramos que el arte debe servir al propósito de la revolución y no solo a intereses individuales o estéticos. Es a través del arte comprometido que buscamos inspirar a la gente y movilizarla para continuar avanzando hacia la construcción del socialismo.

Pedro, con su larga trayectoria estudiando el arte del renacimiento, sacudió la cabeza y cuestionó duramente la posición de Vanja. Preocupado por la situación política en España durante la dictadura de Franco, y con la posibilidad que el arte se pudiera convertir, en cualquier lugar, en un arte oficial, le respondió a Vanja con determinación.
Pedro: (con voz firme) Amigos, entiendo que haya distintas perspectivas sobre el arte y su función, pero permítanme expresar mi preocupación sobre la situación en España bajo la dictadura de Franco. El arte verdadero no puede estar controlado por el estado. La creatividad y el talento artístico no pueden florecer en un ambiente donde la libertad de expresión y la independencia cultural están restringidas.
La verdadera esencia del arte reside en su capacidad para ser un reflejo honesto de la realidad, un medio para cuestionar y desafiar las normas establecidas. Pero en un contexto de censura y miedo, la creatividad se ahoga y la diversidad de expresiones artísticas se ve restringida.
Espero fervientemente que llegue el día en que la dictadura termine y España pueda recuperar su libertad artística y cultural. Solo entonces podremos presenciar un resurgimiento del talento español y una explosión de creatividad que enriquezca nuestra sociedad y nos permita abordar los problemas que enfrentamos con una mirada auténtica y audaz.
Durante estos años de represión y censura, muchos artistas españoles han sido silenciados, y sus obras han tenido que someterse a la aprobación del régimen. El arte no puede alcanzar su verdadero potencial si es instrumentalizado para servir los intereses políticos y propagandísticos de un gobierno autoritario.
Era imposible no escuchar a Pedro, no sentir su pasión y su dolor por lo que vivía su patria, España. En ese momento de la historia, uno de los sentimientos que nos reunía era el antifranquismo. De un modo u otro, todos, desde nuestras diferentes trincheras, rechazábamos la represión que se había instaurado en España. Por supuesto, alguien como Vanja, con su formación comunista, odiaba a Franco. Pero también Simona y Anne con sus ancestros prusianos, rechazaban cualquier tiranía, que ya había conducido Europa a su mayor desastre durante la Segunda Guerra Mundial.
Y para mí, por supuesto, ese odio se había enquistado hacía mucho rato. En la lejana Colombia, cada verso de Machado o de García Lorca nos hacia recordar, con rabia, todo lo que había sucedido en la Guerra Española. Historias como las de Serrat, al cual le habían prohibido cantar en catalán en su propia tierra y que había debido exiliarse en Francia, nos producía un profundo rechazo a todo lo que representaba el régimen español. Tanto así que me llevó, como a tantos otros, a tomar la decisión de no tocar suelo español mientras Franco estuviera con vida.
Sin embargo, a pesar de coincidir plenamente con muchas de las cosas que Pedro planteaba, me pareció que su posición era bastante ilusa. Entre sorbo y sorbo de otra garrafa de Chianti Gallo Negro que Pablo acababa de abrir, le rebatí algunos de sus argumentos.
Yo: (con convicción) Pedro, eres un iluso. Entiendo tu deseo de un futuro más libre para el arte en España, pero tú sabes muy bien que, a lo largo de la historia, el arte ha sido utilizado por los poderosos como una herramienta para imponer sus ideas y valores. La religión, lo sabemos, ha sido siempre la principal patrocinadora de las artes plásticas ha definido y moldeando la iconografía y los temas de las obras para promover sus creencias, lavar cerebros y consolidar su poder.
El arte ha sido utilizado como una forma de propaganda, donde los gobernantes y las instituciones religiosas han buscado controlar la narrativa y dar legitimidad a su dominio. Pinturas, esculturas y arquitectura han sido encargadas para exaltar la figura del líder o representar la gloria divina, en lugar de reflejar de manera genuina las experiencias y aspiraciones de nuestros pueblos.
Es esencial que seamos críticos y conscientes de cómo el arte puede ser moldeado y manipulado por fuerzas externas. Como artistas o como amantes del arte, debemos aspirar a la independencia creativa y buscar la libertad para expresar nuestras propias ideas y visiones del mundo. Pero bien sabemos que eso significa luchar contra la corriente. El poder siempre querrá aprovecharse y manipular a los artistas.
Anne con su espíritu austrohúngaro, intentó mediar en una discusión que se volvía acalorada en un día ya caliente de agosto de 1974. El sol se estaba ocultando y el paisaje alrededor era extremadamente bello.
Anne (con calma y empatía): Amigos, creo que es importante encontrar un equilibrio entre apreciar la belleza en la vida y valorar el arte comprometido. El disfrutar de un vino Chianti, los quesos y los salamis, y apreciar la magnífica belleza del paisaje que nos rodea, no es un pecado, ni incorrecto políticamente. La vida está llena de momentos de disfrute y deleite, y es natural que apreciemos y celebremos esas experiencias.
El arte comprometido y consciente también tiene su lugar y valor en nuestra sociedad. Es una forma poderosa de expresar inquietudes sociales y políticas, y puede tener un impacto significativo en la conciencia y la acción de las personas.
La belleza y el arte comprometido no son excluyentes; ambos pueden coexistir y complementarse. Podemos encontrar inspiración en la belleza de la naturaleza y las experiencias cotidianas, al igual que podemos ser impulsados a la reflexión y el cambio a través del arte comprometido.
Lo que importa es que seamos capaces de apreciar y valorar todas las facetas de la vida y del arte, sin perder de vista la realidad y las preocupaciones del mundo en el que vivimos. Si podemos cultivar una sensibilidad hacia la belleza y una conciencia social, estaremos enriqueciendo nuestras vidas y contribuyendo al enriquecimiento de nuestra sociedad.
Ante la sugerencia que Anne hizo al equilibrio, todos quedamos pensativos y en silencio, escuchando los sonidos que surgían a orillas del rio. Imagino que en ese momento ese murmullo y tranquilad estiva nos estaba conduciendo a momentos de nostalgia, recordando cada uno donde habíamos tenido anteriormente esa sensación de placides, arrullados por sonidos de grillos o ranas, según la geografía que añoráramos.
Pero la pausa fue interrumpida por Pablo.
Pablo: creo que nos estamos perdiendo en esta discusión. Debemos centrarnos en que es la belleza. Bella es la Mona Lisa o el nacimiento de venus de Botticelli. ¿Pero es bella una obra de Klee, es bella una Composición de Kandinsky? ¿Y además están ellos comprometidos con los problemas de su época?
Armonía Policroma, Paul Klee Composición VII, Vasili Kandinski
Tengamos en cuenta que la belleza es un concepto subjetivo y puede ser apreciada de distintas maneras. Klee y Kandinsky, por ejemplo, se destacaron por su estilo abstracto y la abstracción geométrica, donde la belleza se encuentra en la armonía de formas y colores, en lugar de representaciones figurativas.
En cuanto al compromiso con los problemas de su época, tengo muchas dudas. Es cierto que algunos artistas han buscado expresar preocupaciones sociales, políticas o filosóficas a través de su arte. Sin embargo, el compromiso artístico no necesariamente se limita a representar temas explícitos de la realidad externa. Algunas veces, el compromiso radica en la exploración de ideas abstractas, emociones o conceptos que pueden tener un impacto profundo en la percepción del espectador.
Por lo tanto, la belleza no está reñida con el compromiso artístico. Las obras de Klee y Kandinsky, a pesar de su estilo abstracto, también pueden ser una forma de compromiso al abrir nuevas posibilidades estéticas y retar las convenciones artísticas establecidas en su tiempo.
En última instancia, el arte es un medio de expresión individual y colectivo que puede abarcar una amplia gama de enfoques y significados. La belleza puede encontrarse en la representación realista de la realidad, valga el pleonasmo, pero también en la abstracción, en la experimentación y en la búsqueda de nuevas formas de expresión.
Era claro para mí en ese momento, que tenía limitaciones y mi conocimiento de muchos de los artistas de las vanguardias, me eran extraños, y no aferraba el valor de la innovación que había en el arte de la primera mitad del siglo XX. Ciertamente Colombia no era un país aislado en el mundo, no era el país de micos y bananos que pretendían conocer los europeos que confundían Colombia con Columbia. Pero ciertamente los movimientos artísticos estaban rezagados y en realidad evolucionaban con los aprendizajes que poco a poco los futuros artistas colombianos adquirían principalmente en las academias de Madrid o Paris. Pero el proceso de asimilar las vanguardias había sido hasta ese momento lento y difícil.
Pero diecinueve años son diecinueve, y no podía permanecer callado, para mi era importante reivindicar cual era mi concepto del arte.
Yo (con firmeza): allí te quería llevar, lo que estás diciendo es que lo importante es el arte por el arte, lo importante es la belleza per se. O tal vez lo importante es estar a la vanguardia, cambiar por cambiar y olvidarnos de lo demás. Si bien es cierto que la interpretación y valoración del arte son subjetivas, creo que hay una diferencia entre la verdadera expresión artística comprometida y lo que podría considerarse simplemente como decoración.
El arte tiene la capacidad de transmitir significados, emociones y provocar reflexiones más profundas en el espectador. Pintar una tela de negro o unas simples rayas negras sobre un fondo blanco puede tener un propósito artístico y una intención detrás, pero para mí eso no es arte, es decoración.
La verdadera belleza y significado del arte, para mí, radica en la intención del artista y la conexión que establece con la audiencia (¿o videncia?). Es una búsqueda por expresar una idea, una emoción o una visión única del mundo que va más allá de la mera decoración.
Lo que es crucial es que, como espectadores, cuestionemos y reflexionemos sobre lo que experimentamos a través del arte y cómo nos impacta. Esto nos permite apreciar la diversidad de formas artísticas y reconocer aquellas obras que nos llevan a una experiencia más profunda.
El español respondió:
Pablo: Tienes razón, mi amigo. Me expresé mal y lamento la confusión. Lo que quería decir es que la belleza y el significado del arte pueden surgir tanto de la intención del artista como de la interpretación y conexión que establece con la audiencia. No necesariamente requiere una representación realista o figurativa para lograrlo.
Un espectador puede, de hecho, sentir una profunda depresión y ansiedad ante una tela negra o cualquier otra obra que desafíe las convenciones estéticas tradicionales. El arte tiene el poder de evocar emociones complejas y despertar la reflexión sobre la realidad que nos rodea.
La experiencia artística es subjetiva y personal, y cada espectador puede encontrar significado y belleza en formas diferentes de expresión artística. El arte abstracto, por ejemplo, puede permitir que el espectador se sumerja en una reflexión interna, conectando con sus propias emociones e inquietudes.
Por tanto, no descarto que una obra aparentemente sencilla o abstracta pueda generar una profunda respuesta emocional en alguien, incluso llevándolo a reflexionar sobre el futuro de la humanidad..
Pero nos estamos olvidando de una consideración importante. En cada momento de la historia, cada sociedad ha tenido su modelo de belleza y recordemos que la cultura griega ha sido siempre considerada ejemplo de perfección, perfección de los cuerpos que reflejan la perfección del alma. Los escultores griegos entendieron algo que a menudo olvidamos: la perfección no está en los detalles, sino en cómo el conjunto provoca deseo.
Anne no dejó pasar la voz pausada y sensual de Pedro, que parecía estar contemplando a una invisible Afrodita. Esgrimiendo su mejor sonrisa le dijo:
Anne (coqueta): ¿Entonces crees que el deseo es más importante que la belleza?
Sin prisa Pedro contesto con voz enigmática, que los presentes no supimos interpretar, replico el desafío planteado por Anne:
Pedro (fingidamente indiferente): La belleza es el medio, el deseo es el fin. Y el arte, mi querida Anne, es el cómplice perfecto.
El aire alrededor por un momento se volvió más denso. Vanja soltó una carcajada irónica, pero incluso en sus ojos había un brillo nuevo. Entre el vino y el calor del verano, el arte y los cuerpos se mezclaban en una conversación peligrosa
En ese momento nuestra amiga suiza, Simona, se estiró mostrando su cuerpo bronceado, cubierto “a mal apena”, como se describiría tal desnudes en italiano, por el candente sol meridional de Italia, y saboreando un largo sorbo de Chianti nos lanzó una analogía teatral, que no esperábamos y que nos dejó a todos, mudos.
Simona: de esto tan buena no hay en mi tierra. Pero esta conversación me hizo acordar del libro que estaba leyendo la semana pasada en las playas de Foggia: Seis personajes en busca de autor. Esos somos nosotros: ¿Hay un autor o un director que logre sintetizar la función del arte? ¿Qué diría Pirandello de esta discusión?
Para mi fortuna, pocos meses después de mi llegada a Italia, había recibido un gran regalo un “cofanetto”, un estuche, con una selección de varias de las innumerables obras teatrales que había escrito el agrigentino Pirandello[6]. Y claro entre todas las obras me había llamado la atención los Seis personajes.
Los títulos de la obra de Pirandello me habían parecido siempre extraños, poéticos, incomprensibles: “Uno, ninguno, cien mil”, “La vida que te di”, “Pero no es una cosa seria”. Pero, en los “Seis personajes en busca de autor “ el solo título nos colocaba ante un drama, una obra teatral que tal vez no se podría realizar. En esta obra Pirandello confunde a los actores con el público, confunde la realidad con la ficción, borra los límites, y nos cuestiona sobre la realidad y nuestra identidad, ignorando la existencia de un guion. Tal vez solo existe en la obra de Pirandello un tema a desarrollar, como en ese bosque toscano teníamos nosotros: el arte.

Y en efecto en el nuevo silencio que cayó sobre nosotros después del juego que nos planteó Simona, cada uno de nosotros se encerró en su mundo, en su personaje, buscando desde cada perspectiva cual era nuestra “verdad” sobre el significado del arte. Cada cual explorando sobre sus vivencias cual debería ser la función del Arte.
En ese momento involucrados en una realidad pirandelliana considerábamos, al igual que los personajes de su obra, que teníamos una respuesta definitiva y concreta sobre la función del arte, pero en realidad, no nos dábamos cuenta en ese momento que esa respuesta era una búsqueda compleja y subjetiva.
Éramos un reflejo de nuestras diversas y a veces opuestas realidades, una complejidad, donde cada uno aportaba su visión única sobre el arte y su función: en busca de una verdad inasible.
En ese momento escuchamos la voz de Pedro. Tal vez, fuera de sus estudios de Arte, Pedro había pasado por algún teatro clandestino de opositores franquistas, pero su voz extraña, diferente, con acentos pirandellianos nos devolvió a la estiva realidad.
Pedro: (con un aire reflexivo y teatral) En esta búsqueda por comprender la función del arte, me encuentro cautivado por la esencia misma de la belleza. Para mí, el arte es un enigma fascinante que trasciende la realidad cotidiana. La belleza, en toda su majestuosidad y misterio, es el alma misma del arte.
En cada pincelada, en cada nota musical, encuentro una danza etérea que acaricia mi espíritu y me lleva a un éxtasis estético. La belleza es el lenguaje universal del arte, una expresión que va más allá de las palabras y penetra en lo más profundo del ser humano.
A través de la belleza, el arte se convierte en un espejo de la naturaleza, reflejando la armonía, la simetría y las formas que nos rodean. También es un espejo del alma del artista, donde sus emociones y pensamientos encuentran un lienzo para manifestarse en su máxima expresión.
Sin embargo, reconozco como todos lo han dicho ya, que la belleza es subjetiva, una experiencia íntima y personal que varía según cada espectador. Es como si estuviéramos en una representación teatral, donde cada uno de nosotros interpreta el papel del espectador, buscando en el escenario del arte nuestra propia verdad y conexión emocional.
En esta búsqueda de la función del arte como expresión de belleza, encuentro que la verdadera magia radica en cómo la belleza nos toca y transforma, cómo despierta nuestros sentidos y nos conecta con la humanidad en su esencia más pura.
Anne, que había permanecido callada por mucho tiempo, con su eterna terquedad, se quería apropiar de su nuevo papel histriónico, y bajando de las nubes a Pedro nos dijo:
Anne: volvamos a la realidad, y no nos quedemos en ensoñaciones y teorías Pedro. Regresemos al arte contemporáneo o si prefieres llámalas vanguardias. Las vanguardias del siglo XX nos presentaron nuevas formas de expresión artística, donde la belleza a menudo adopta un significado diferente y desafiante y yo podría encontrar belleza y sentido en una danza etérea de Miro, con sus formas orgánicas y sus colores vibrantes. ¿Pero cómo encontrar ese sentido, esa belleza, un asomo de danza etérea en los negros telones de la capilla de Rothko en Houston?

En ese momento el personaje de Simona se puso de pie y enfundando una gran toalla playera, se lanzó en defensa del expresionismo, del minimalismo y de todos los ismos.
Simona: Anne, yo estuve en Houston hace dos años con mi padre y estuve frente a frente a los negros telones, como tú los llamas, de la capilla de Rothko. En estas obras abstractas, la belleza se me revelo en su sutileza y simplicidad. Era una belleza contemplativa y meditativa, que me transporto a una experiencia de introspección y reflexión más profunda. En ese momento sentí un cambio sustancial en mi percepción de la belleza.

La belleza en las obras de Rothko no se presenta de manera explícita, sino que reside en su capacidad para evocar emociones y sensaciones en el espectador. Estos paneles negros pueden transmitir una sensación de inmensidad y misterio, invitándonos a explorar nuestros propios pensamientos y emociones en un espacio trascendental.
Es en estas diferencias y contrastes donde se encuentra la riqueza del arte del siglo XX. La vanguardia nos desafió a ampliar nuestra definición de belleza y a encontrarla en nuevas formas de expresión, incluso en lo aparentemente simple, minimalista o abstracto.
En este diálogo entre Miró y Rothko, entre lo vibrante y lo sutil, descubrimos que la belleza puede manifestarse de diversas maneras y que cada espectador puede encontrarla lo que resuene en su alma y le brinde una experiencia estética única y significativa.
No pude dejar pasar la ocasión para entrar también en mi personaje, y blandiendo, cual Conde de Lagardere[7], una baguette que milagrosamente todavía estaba entera me puse de pie para enfrentar al “enemigo” que defendía todos los ismos.
Yo (con firmeza): estimados amigos ustedes están locos. Creía que lo importante era el contenido, pero volvemos a lo mismo al arte por el arte. Según ustedes no hay artes malos, siempre y cuando alguien se invente una teoría de como disfrutarlo. Claramente el arte es subjetivo y puede ser interpretado de diferentes maneras, pero eso no significa que todas las expresiones artísticas sean de igual calidad o valor.
El contenido y el significado en el arte son fundamentales. Si una obra carece de profundidad, intención o impacto, simplemente crear una teoría para justificar su disfrute, no la convierte automáticamente en una gran obra de arte.
Por supuesto, hay diversidad en el arte y en su apreciación, y lo que puede no resonar con algunos puede ser profundamente significativo para otros. Pero eso no implica que todo valga o que debamos reducir la calidad artística a meras teorías subjetivas.
Insisto, la apreciación del arte no debe ser simplemente una cuestión de inventar teorías para justificar su valor. En cambio, debemos aspirar a una apreciación genuina y crítica, donde consideremos el contenido, la intención y la habilidad del artista, así como nuestra propia conexión emocional y reflexión con la obra.
Al enfocarnos en el contenido y la calidad artística, podemos enriquecer nuestra experiencia con el arte y valorar aquellas obras que realmente nos tocan, nos desafían y nos llevan a una reflexión más profunda sobre nuestra existencia y la sociedad en la que vivimos.
La discusión continuaba, enriquecida por la diversidad de opiniones entre los amigos. En ese momento Vanja también se puso de pie, el espíritu del teatro se había apoderado de todos nosotros, había penetrado nuestra piel, o simplemente sentíamos la necesidad de darnos un chapuzón ante el calor apremiante.
Vanja (con cierta intención irónica): ahora tu mi querido colombiano eres el que se contradice. Defiendes el arte porque es bello, porque está de acuerdo con tu gusto estético y tu educación. Pero, al mismo tiempo, creía que también defendías el arte por su capacidad de expresar al hombre y sus problemas. Que defendías a los artistas que han dejado un legado importante al expresar las luchas y el sufrimiento de sus pueblos a través de sus obras, que representan el dolor y sufrimiento del pueblo. Creí que defendías incluso a algunos artistas que aunque algunas de sus figuras pueden ser consideradas feas, son una representación auténtica y cruda de la realidad que enfrenta su gente.
Se te olvida que el arte, en su diversidad, más allá de nuestras propias perspectiva y creencias, nos desafía a mirar a conectarnos con las experiencias de otras personas y culturas. Puede ser una ventana a realidades desconocidas y una oportunidad para comprender y empatizar con los problemas y luchas de los demás.
En un instante, sin previo acuerdo verbal, los que todavía estábamos sentados nos pusimos de pie y empezamos una carrera delirante por llegar por primero al agua. La ardiente conversación quedó por un momento suspendida, y fue sustituida por retozos fluviales que mitigaban el calor externo e incrementaban los calores internos.
Sin embargo, los llamados de los placeres terrenales no se prolongaron excesivamente y regresamos a las instalaciones del pequeño sanedrín: mantas y toallas dispersas por doquier, y botellas de vino inconclusas, predispuestas para apagar la sed, que nos alentaban a continuar nuestra conversación.
Pablo, que había dictado en Madrid cursos sobre Die Brücke[8] (El Puente), la famosa escuela expresionista alemana, tomó en sus manos una baguette, tal vez la que me había servido de espada, le arrancó un trozo generoso y luego de añadirle una sustanciosa lonja de prosciutto nos interpeló.
Pablo: ustedes están planteado una cuestión fascinante: que es la belleza, que es el feísmo. ¿Puede una obra que es fea para muchas personas ser bella para mí? ¿Existe un arte intrínsecamente bello y uno intrínsecamente feo? ¿Son las obras de expresionistas alemanes como Kirchner feas?
La belleza y el feísmo son conceptos que pueden ser interpretados de manera diferente por cada individuo. Lo que puede ser bello para uno, puede ser feo para otro, y viceversa.
El arte es una expresión única y personal del artista, y su obra puede evocar una variedad de emociones y respuestas en los espectadores. Las obras de los expresionistas alemanes, como Kirchner, son un ejemplo perfecto de esto. Para algunos, pueden parecer feas o inquietantes debido a su estilo expresionista y su representación de emociones intensas y distorsionadas. Pero para otros, esa misma expresión emocional puede ser considerada bella y conmovedora.

Lo que hace que una obra sea intrínsecamente bella para alguien puede estar en la forma en que resuena con sus experiencias personales, sus emociones y sus propios pensamientos.
Por tanto, no podemos limitar el arte a categorías de intrínsecamente bello o feo. Cada obra es una exploración artística y un intento del artista de comunicar algo profundo y significativo, ya sea en la belleza tradicional o en la provocación del feísmo.
Así que, ante las obras de expresionistas alemanes o cualquier otro estilo, lo más importante es estar abiertos a la experiencia y permitir que el arte nos hable de manera individual y auténtica. Al fin y al cabo, la diversidad de opiniones y perspectivas enriquece el diálogo sobre el arte y nos permite apreciar su inmensa riqueza y variedad. Y ejemplo de eso es lo que nos está pasando con esta conversación.
Repentinamente, Simona evidentemente frustrada por la falta de respuestas concretas en la discusión, se salió de casillas. Su tez blanca, a pesar del sol del verano, cobró un color rojizo como un San Marzano, y se lanzó al ataque.
Simona (increpándonos): ¿han tomado demasiado vino? Dejen de darle tantas vueltas al asunto y tomen cada uno de ustedes una posición crítica. No sigamos diciendo que el arte es bello porque es diverso. Eso lo sabemos todos. Pero cada uno de ustedes dígame: ¿es más bella una obra de Picasso del periodo azul o una obra cubista del mismo Picasso que aparentemente representa a una mujer y a una guitarra?
Periodo Azul y Cubismo de Pablo Picasso
A pesar del tono agrio y contundente de Simona, ninguno de nosotros se sintió agredido. Cada pregunta que nos hacíamos, cada elemento que se aportaba a la conversación era útil para nuestras propias reflexiones. Posiblemente no estábamos de acuerdo con cada posición, pero si las reconocíamos como una arista más de esta voluminosa y poliédrica polémica. Pablo retomando la palabra argumentó:
Pablo: (con calma y determinación) Es cierto que el arte de Picasso abarca diferentes periodos y estilos, cada uno con su propia belleza e importancia histórica. Sin embargo, si tengo que tomar una posición crítica y elegir entre las dos obras que mencionas, me inclino por el periodo azul de Picasso.
Las obras del periodo azul, que datan aproximadamente de 1901 hasta 1904, se caracterizan por tonos fríos y temas melancólicos. Estas pinturas reflejan la tristeza y la desesperación que Picasso experimentó en ese momento de su vida. La belleza de estas obras radica en su emotividad y en cómo transmiten sentimientos universales de dolor y vulnerabilidad.
Por otro lado, las obras cubistas de Picasso, como la que mencionas que representa a una mujer y una guitarra, son revolucionarias en su abstracción y descomposición de formas. Esta fase artística, que se desarrolló a partir de 1907, buscaba mostrar diferentes perspectivas simultáneamente y cambiar la manera en que se representaba la realidad.
Si bien estas obras cubistas son innovadoras y han influido en la historia del arte, personalmente siento que la belleza del periodo azul de Picasso es más conmovedora y auténtica. Me atrae la expresión emocional y la conexión con el alma humana que encuentro en esas obras.
Pero quiero enfatizar que esto es mi posición crítica personal, y cada uno de nosotros puede tener una visión distinta sobre qué es más bello en el arte de Picasso.
Tras escuchar la posición de Pablo y considerando la pregunta de Simona, me tomé un momento para reflexionar antes de responder. Finalmente, como se había solicitado exprese mi propia posición sobre las obras de Picasso en sus diferentes periodos.
Yo: (pausadamente) Entiendo la pregunta y aprecio las perspectivas compartidas hasta ahora. Para mí, la belleza del arte es una experiencia subjetiva y compleja. Picasso fue un artista excepcional que dejó un legado artístico impactante y diverso a lo largo de su carrera.
En cuanto a las obras del periodo azul, reconozco la emotividad y profundidad que transmiten. La tristeza y vulnerabilidad expresadas en esas pinturas son conmovedoras y efectivamente reflejan una etapa importante en la vida del artista.
Por otro lado, las obras cubistas de Picasso representan un cambio revolucionario, pero formal, en la historia del arte. La manera en que descompuso las formas y perspectivas desafió las convenciones artísticas de su tiempo y abrió nuevas posibilidades de expresión.
Para mí, ambas etapas tienen su belleza y relevancia. La belleza del periodo azul se encuentra en su conexión con la emoción humana, mientras que la belleza del cubismo radica en su innovación y ruptura con lo establecido.
No podría decir que una es más bella que la otra de manera absoluta, ya que ambas representan aspectos diferentes del arte de Picasso y evocan distintas respuestas emocionales en mí.
Pero me sorprende que Pablo no haya mencionado un tercer aspecto de la obra de Picasso: su compromiso político. Es cierto que desde el punto de vista formal Guernica es una obra cubista. Pero su valor no reside, o por lo menos no solo reside, en las geometrías enmarañadas, si no en la denuncia que Picasso hacía del bombardeo alemán de 1937 sobre la pequeña población de Guernica. Y entonces replicaría la pregunta de Simona: ¿es mas importante la belleza del Guernica o su contenido de denuncia del dolor que produjo esa matanza? ¿Porque el Guernica se volvió tan famoso y se volvió un Símbolo de la guerra y de las injusticias? ¿Ustedes creen que la gente se amontona a ver el Guernica porque es “bello”?

En última instancia, creo que la belleza del arte radica en cómo nos impacta, nos despierta sensaciones y nos invita a reflexionar sobre el mundo que nos rodea. Cada uno de nosotros puede encontrar belleza en diferentes aspectos del arte de Picasso, y eso es lo que hace que el arte sea tan fascinante y en constante evolución.
Ante mi perorata política era natural que Vanja respondiera.
Vanjia (con cierta reserva): como alguien que ha sido educado en el arte realista soviético, mi enfoque y apreciación del arte difiere bastante del de ustedes en algunos aspectos. Las obras de Picasso, especialmente las del periodo cubista, pueden ser un desafío para mi formación artística y percepción estética.
El arte realista soviético se caracteriza por enfocarse en representar la realidad de manera fiel y enaltecer temas relacionados con el socialismo, el trabajo y la lucha del pueblo. La belleza en este contexto está asociada con la idealización de la vida cotidiana y la exaltación de los valores comunistas.
Las obras de Picasso, con su estilo abstracto y experimental, pueden ser difíciles de apreciar desde esta perspectiva. El cubismo, en particular, cuestiona la representación tradicional de la realidad y puede parecer ajeno a lo que aprendí sobre el arte en mi educación.
Quizás, a través de una exploración más profunda y una apertura a nuevas perspectivas, pueda encontrar belleza y valor en las obras de Picasso y en otras formas de expresión artística que difieran de lo que aprendí en mi formación.
Sin embargo, nuestro amigo colombiano, que parece surgido de las selvas bolivianas donde asesinaron al Che, nos plantea el aspecto político del Guernica. Y allí tengo que estar totalmente de acuerdo con él. Tengan en cuenta que Pablo (Picasso) fue un militante del partido comunista y fue siempre un gran luchador por la paz en el mundo.
Mi padre me contaba desde pequeña que este señor Picasso, que yo no sabía quién era, había participado en un congreso de paz, creo que, en Polonia, y nos contaba a mí y a mis hermanas de la paloma de la paz pintad por ese artista. Esta es una imagen que se me quedó en la mente, mucho antes de conocer el Guernica o cualquier obra del periodo Azul. Para el movimiento socialista siempre la paz ha sido un tema alrededor del cual hemos crecido.
En ese momento no resistí las ganas de interrumpir la discusión, contando una anécdota.
Yo (con vehemencia): las palabras de Vanja me recuerdan que mi abuelo Pedro Nel Gómez, obtuvo creo que en dos ocasiones el premio Lenin de la Paz. Todos nos sentíamos muy orgullosos de eso a pesar de que en ese momento tener olor a “comunista” podía conducir a la cárcel a nuestros familiares. Era una época de represión y de guerra fría. Pedro Nel estuvo en el año 1961 en Moscú, lo recuerdo muy bien porque conservo la colección de estampillas de cosmología, de Yury Gagarin y Valentina Tereskova que nos trajo a mis hermanos y a mí. Pero lo que más me impresionó, yo tenía entonces 7 años, es que cuando Pedro Nel regresó, estuvo en nuestra casa cuya sala tenía grandes ventanales hacia el poniente, y lo vi en contraluz en una tarde radiante y alcance a intuir alrededor de su cabeza un halo santificador. Estoy seguro de que fue solamente mi imaginación, o mi incipiente y fugaz educación religiosa, pero de lo que si estoy seguro es que esa visión forjó en mi la imagen que todos en la familia proyectaban sobre mi abuelo: su personalidad arrolladora, la capacidad de imponer su voz sobre los demás y claramente la autoridad que emanaba a través de su obra y su maestría. Y casualmente, y no interrumpo más, hace poco encontré entre los chécheres de mi madre una revista con una entrevista a Pedro Nel donde el periodista lo describía como un pequeño Trotsky. ¿Perdón por la interrupción, que ibas a decir Simona?

Simona, había esperado con paciencia que yo terminara mi perorata, pero evidentemente su pie se movía con impaciencia o deseo sobre el muslo de Vanja. Un poco molesta por mi interrupción, no pudo frenar su impulso de responder a la perspectiva de Vanja, impregnada por su formación en el arte realista soviético:
Simona (con anhelante respeto): Comprendo tu perspectiva, querida amiga. Cada uno de nosotros viene de diferentes contextos culturales y educativos, lo que influye en nuestra apreciación del arte.
Es fascinante cómo el arte puede resonar de manera diferente en cada persona, y es importante estar abiertos a explorar distintos estilos y enfoques artísticos. El cubismo de Picasso, por ejemplo, desafió las convenciones artísticas de su tiempo y abrió nuevas vías de expresión y experimentación.
Creo que, aunque tengamos formaciones y gustos artísticos distintos, podemos encontrar puntos de encuentro y enriquecernos mutuamente en nuestras discusiones sobre el arte..
Quizás podríamos tomar este momento para que nuestros dos profesores nos ilustren sobre el arte cubista y exploremos juntos cómo sus innovaciones artísticas han influido en la historia del arte en general. En lo personal, Picasso en sus obras ha tenido la capacidad de desestructurar la realidad y los cuerpos sin que estos dejen de ser bellos.
Ante esta frase le pregunté con sorna a Simona:
Yo: pero no crees que en general el arte ha pintado a las mujeres como objetos, como objetos sexuales, ¿valorando solamente sus cuerpos desnudos?
Estábamos tan abstraídos en nuestra discusión que no nos habíamos percatado de la presencia en un grupo cercano de una amiga inglesa. Con Emma, que así se llamaba, habíamos tenido conversaciones donde nos había contado de sus orígenes y de la historia familiar. Su abuela había hecho parte de los movimientos sufragistas ingleses de inicios el siglo XX y su nombre se lo debía a ella.
Cuando empezamos a oírla recordé que en las palabras que le había escuchado se reflejaba su perspectiva libertaria y su posición radical sobre la lucha por los derechos de la mujer, y su vos ronca resonó sin mucho preámbulo entre nosotros. De inmediato pensé si acaso ella pudiese ser el autor, perdón, la autora de la parodia pirandelliana que estábamos viviendo.
Emma (enérgicamente): Perdón que me inmiscuya compañeros, pero no pude quedarme en silencio. El uso del cuerpo desnudo de las mujeres en el arte no es, ni ha sido nunca, un acto inocente. Durante siglos, nuestros cuerpos han sido despojados de su humanidad, reducidos a objetos para la mirada masculina, esculpidos y pintados no para celebrar nuestra fuerza o complejidad, sino para satisfacer los deseos de quienes nos observan desde el pedestal del privilegio.
El desnudo en el arte, tal como ha sido concebido históricamente, no es una oda a la belleza; es una construcción de poder. Es el resultado de una mirada que se siente con derecho a poseer, a interpretar, a moldear nuestras narrativas para que encajen en el ideal masculino. Y mientras el arte siga participando de este juego, seguirá siendo cómplice de nuestra opresión.
No estoy en contra del cuerpo desnudo en el arte, pero sí estoy en contra de su utilización como un símbolo vacío de deseo y sumisión. El desnudo debe ser un acto de rebelión, un espacio para que las mujeres reclamen sus cuerpos como propios, para que narremos nuestras historias desde nuestra perspectiva. Que se nos vea como lo que somos: seres completos, con necesidades, con emociones, pensamientos y luchas que trascienden lo físico.
Para mí, la belleza no se limita a la estética tradicional, sino que también se encuentra en la capacidad del arte para cuestionar, provocar y dar voz a las experiencias marginadas y olvidadas.
Esta reflexión me pareció muy atinada, pero dejaba de lado el contexto histórico en que se había representado por siglos imágenes de mujeres desnudas.
Yo: Para mi está claro que es distinto el uso de una imagen de una mujer desnuda para vender automóviles o aceites para carro y otra cosa muy distinta el nacimiento de Venus de Botticelli. Posiblemente esta última imagen también habrá tenido un uso instrumental que el poder de la época hacía del cuerpo femenino. Pero para mí son dos “usos” del cuerpo femenino muy distintos.
Emma, sin amilanarse, y consciente de la historia del arte y de las representaciones culturales de las mujeres, tomó nuevamente aliento, aportando a la discusión su mirada crítica.
Emma (respetuosamente): Tienes razón, amigo colombiano. A lo largo de la historia del arte, hemos visto cómo algunas representaciones han retratado a las mujeres de manera objetivada, reduciéndolas a meros objetos sexuales y valorando solo sus cuerpos desnudos. Estas representaciones han sido parte de un sistema patriarcal y de normas culturales que han perpetuado estereotipos y desigualdades de género.
Como descendiente de una sufragista inglesa, me he criado en una tradición de lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Reconozco la importancia de cuestionar y problematizar estas representaciones en el arte y en la sociedad en general.
En la actualidad, muchas artistas y creadoras están desafiando los estereotipos y explorando nuevas formas de representar a las mujeres, empoderándolas y dando voz a sus experiencias. También estamos viendo una mayor conciencia crítica en la apreciación del arte, lo que nos permite cuestionar y reflexionar sobre las representaciones de género en el pasado.
Es importante seguir abogando por un arte que celebre la diversidad y la igualdad de género, y que rechace las representaciones objetivadas y estereotipadas de las mujeres. A través del arte, podemos promover una visión más inclusiva y respetuosa de la humanidad en su conjunto.
Sin embargo, también es fundamental reconocer que el arte es un reflejo de su tiempo y contexto histórico. Afortunadamente, las perspectivas feministas y la evolución del arte han llevado a una mayor diversidad en las representaciones de las mujeres, creando otros estándares de belleza más inclusivos: la mujer autónoma e independiente, lejos de los prototipos estéticos ligados a la perfección del cuerpo.
Pablo ni corto ni perezoso aprovechó la mención de Emma sobre nuevos paradigmas de belleza para tratar de impresionarla y desbaratar su argumentación feminista con las cuales no estaba de acuerdo.
Pablo (burlón): ves Emma hasta tu misma echas de menos el concepto de belleza. Lo buscas y tal vez lo encuentras en otras cosas, pero no puedes vivir sin él. No sé si para tiene una mujer o un hombre desnudos te pueda generar una sensación de placer estético o de otro estilo (Pablo ríe de su propio chiste). Pero creo que nuestra esencia humana necesita de lo bello o de lo que para nosotros es placentero o nos permite una conexión con nuestros sentimientos y creencias.
Esta intervención de Pablo provocó reacciones múltiples por parte de los comediantes. Desde el enojo que se reflejó abiertamente en el rostro de Emma que decidió volver al grupo de sus amigos espetándolo con un seco “Pablo eres un franquista de mierda”, hasta un rápido intercambio de ideas sobre la función del arte:
Yo: Estimados amigos, ustedes están hablando de belleza y estética como si eso fuera lo único que importa en el arte. Pero ¿qué pasa con el contenido? ¿Con el mensaje? El arte que no se compromete con su época y con los problemas de la sociedad no es más que una decoración. Como mencioné antes, la verdadera función del arte es incitar a la acción y cambiar la realidad social. El arte debe clarificar las relaciones sociales y ayudar a conocer y modificar la realidad. No se trata solo de embellecer la vida, sino de transformarla
Simona: Lo entiendo, pero no podemos olvidar que el arte también tiene una dimensión mágica, algo que toca lo profundo de nuestras emociones y nos conecta con algo más grande. Es cierto que debe reflejar la realidad y estimular la acción, pero también debe preservar esa chispa de magia que lo hace arte.
Vanja: Para nosotros, el arte es un instrumento de la colectividad, una forma de fortalecer el espíritu del pueblo. Las obras de los muralistas como Diego Rivera o Siqueiros no solo son bellas, sino que representan el dolor y las luchas del pueblo. El arte debe tener una función social clara, pero también debe resonar con la comunidad, debe ser comprendido y sentido por todos.
Pedro: "Es que justamente ahí es donde radica la verdadera función del arte. No se trata de seguir dogmas oficiales, sino de tener la libertad de explorar y expresar la condición humana en todas sus facetas. La imposición de temas desde el poder sofoca la creatividad. El arte debe ser un espacio de libertad y crítica, no de propaganda.
Pablo (todavía perplejo por la reacción de Emma): Pero también es importante reconocer que el arte ha estado históricamente ligado a la magia y a la religión, como mencionó Fisher en su análisis. La belleza no es solo una cuestión estética, sino una forma de captar y transformar la experiencia humana. Un cuadro puede ser hermoso y a la vez reflejar las contradicciones de su época. No es un arte vacío si tiene la capacidad de provocar emociones y pensamientos.
Simona, reflejando el espíritu de neutralidad bien practicado por sus compatriotas suizos intentó sosegar los ánimos y reflexionó sobre las múltiples funciones del arte y cómo estas podían cambiar con el tiempo y las circunstancias.
Simona (inspirada): "Amigos, recordemos lo que Mondrian dijo sobre la posible desaparición del arte. Según él, 'el arte desaparecerá a medida que la vida resulte más equilibrada'. Esta idea es fascinante porque sugiere que el arte es un sustituto del equilibrio que la realidad muchas veces no nos ofrece. Si llegáramos a un punto en que nuestras vidas fueran completamente armoniosas, tal vez ya no necesitaríamos el arte como lo conocemos.
Pensemos en esto: el arte ha sido siempre una forma de expresar la búsqueda de algo más, de llenar vacíos, de equilibrar nuestras emociones y nuestras experiencias. En nuestras discusiones, hemos hablado de la belleza, del compromiso social, y de la magia del arte. Tal vez todas estas funciones del arte existen porque, de alguna manera, nuestras vidas están desequilibradas y buscamos en el arte esa armonía.
El arte tiene la capacidad de conectarnos con algo más grande que nosotros mismos, de ofrecernos una visión de un mundo más justo y equilibrado. Pero ¿qué pasaría si alcanzáramos ese equilibrio en nuestras vidas y en la sociedad? ¿Dejaríamos de necesitar el arte?
No estoy diciendo que el arte dejará de ser necesario, pero es una reflexión interesante sobre cómo nuestras necesidades y circunstancias moldean la función del arte. Tal vez el verdadero propósito del arte sea siempre adaptarse y evolucionar con nosotros, reflejando nuestras aspiraciones, nuestras luchas y, por supuesto, nuestra búsqueda de equilibrio y belleza en la vida."
No pude dejar sin replica lo dicho por Simona. La frase de Mondrian me impactó y la sola posibilidad que el arte pudiera desaparecer algún día me obligo a contestarle en medio de las brumas que ya producía el Chianti.
Yo (vehementemente): Entiendo tu punto, amiga suiza, y es una reflexión interesante sobre el equilibrio y la función del arte. Sin embargo, no estoy de acuerdo con la idea de que el arte desaparecería en una sociedad equilibrada. De hecho, creo que, en cualquier circunstancia, el arte seguirá siendo esencial.
El arte no solo busca equilibrar nuestras emociones, sino que también tiene el poder de desafiar, cuestionar y transformar la realidad. Vivimos en un mundo lleno de injusticias y problemas sociales. Y aunque logremos cierto equilibrio, siempre habrá nuevas cuestiones que abordar, nuevas luchas y voces que deben ser escuchadas.
El arte tiene una función crítica que trasciende la búsqueda de equilibrio. Su función es también incitar a la acción y provocar cambios en la sociedad. Incluso en un mundo equilibrado, el arte puede ser un vehículo para recordar la historia, para celebrar la diversidad y para enfrentar nuevos desafíos que surjan.
Mira los muralistas mexicanos y colombianos, por ejemplo. Sus obras no solo son bellas, sino que también documentan la lucha del pueblo, sus sufrimientos y sus aspiraciones. Este tipo de arte no desaparecería con el equilibrio; al contrario, seguiría evolucionando para reflejar y criticar las nuevas realidades.
Así que, aunque la idea de Mondrian es interesante, creo que subestima el papel crucial del arte como agente de cambio y reflejo continuo de nuestra humanidad. El arte siempre tendrá un lugar porque siempre habrá historias que contar y verdades que revelar. No puedo imaginar un mundo sin arte.
La noche nos encontró dispersos, las toallas convertidas en camas improvisadas bajo un cielo plagado de estrellas. El vino casi se había terminado y el río apenas susurraba a lo lejos. Simona se acercó a donde estaba tumbado y se dejó caer junto a mí.
Simona (susurrando con voz apenas audible): ¿Sabes lo que más admiro del arte? Yo (con voz entrecortada): ¿Qué? Simona: Que puede decirlo todo... sin necesidad de decir nada.
Giró hacia mí, y por un instante, su rostro estuvo tan cerca que pude sentir su aliento. Entre el silencio, el olor del verano y la lejanía de nuestras vidas cotidianas, entendí que el arte, como ese momento, era una mezcla de belleza, provocación y misterio. Algo que se siente sin necesidad de entenderlo.
Quedé sumido en mi propio silencio. Los amigos continuaban debatiendo apasionadamente sobre la función del arte, pero mis pensamientos se habían desviado hacia el paisaje que nos rodeaba, ya no los escuchaba, y solo sentía vagamente la presencia de Simona. El sol se estaba ocultando en el horizonte, bañando los lejanos edificios antiguos y las colinas ondulantes de Siena con su luz dorada.
El aire de la Toscana tenía un aroma único, una mezcla de cipreses, vides y tierra cálida, que me envolvía con una sensación de tranquilidad y asombro. Pensé en mis últimos días transcurridos en Siena admirando la arquitectura medieval, las calles adoquinadas y las colinas verdes que se extendían hasta donde se perdía la vista. A pesar de ser un lugar que en principio me era ajeno, sentía una conexión profunda con el entorno, una sensación de pertenencia que no podía ignorar.
Era como si mi sangre italiana, heredada de mis ancestros, me hiciera sentir este rincón de Italia como propio. Cada rincón de Siena parecía susurrarme historias de un pasado distante, de luchas y glorias, de arte y cultura. La belleza del paisaje, con su perfecta combinación de naturaleza y arquitectura, me llenaba de una emoción indescriptible.
Me permití cerrar los ojos por un momento, respirando profundamente y dejando que esa sensación de asombro y familiaridad me inundara. A pesar de las diferencias en opiniones y la intensidad del debate, estaba agradecido por estar allí, compartiendo ese momento con amigos en un lugar tan lleno de historia y belleza.
Al abrir los ojos nuevamente, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Sentía que, de alguna manera, Siena me había acogido, y esa experiencia quedaría grabada en mi memoria para siempre. La magia del arte, pensé, no solo reside en los cuadros y esculturas, sino también en los lugares que inspiran tales obras, en los sentimientos que estos paisajes evocan en nuestros corazones y en las discusiones que genera con los amigos que encontramos a lo largo de nuestra existencia.
CONCLUSION INCONCLUSA
Seis personajes, seis visiones utópicas sobre la función del arte. Seis jóvenes en vacaciones tratando de entender la magnitud y alcance del arte para la humanidad. Sin verdades absolutas, pero tal vez entre viendo las discusiones que en el resto del siglo XX y en lo que va del Siglo XXI se están dando, sobre el poder transformador del arte, su influencia sobre los actuales procesos y la capacidad por medio de las nuevas tecnologías de reflejar las dolorosas situaciones que nos aquejan: Ucrania o Gaza, pero también conflictos menos “populares”: Yemen o Sudán, la migración africana a Europa, con sus miles de muertos en el mediterráneo, las matanzas en los colleges americanos y por supuesto la guerra infinita en Colombia.
En ultimas es la eterna pregunta: ¿El arte debe ser político? ¿El artista debe estar comprometido con su realidad?
Mi opinión después de 50 años sigue siendo que sí. Pero dejo la labor de encontrar su propia respuesta a cada uno de los lectores/personajes que por cualquier azar del destino se topen con este texto.
EDWIN ORTEGA DEL CHIARO
Bogotá, 27 de marzo 2025
NOTAS
[1] Pedro Nel Gómez, 1899-1984, pintor, escultor y muralista colombiano
[2] Cennino Cennini. autor del Libro del Arte tratado sobre cómo se produce el arte que tuvo vital importancia en la obra de Pedro Nel Gómez.
[3] En la que en ese momento se llamaba Pinacoteca de San Sepolcro, desde1975 museo Cívico de San Sepolcro, adquirí una reproducción sobre tela del rostro de Cristo de la resurrección. Reproducción que me ha siempre acompañado en mis trasegares.
[4] Aldous Huxley, Along de Road, Notes and essays of a turist: The best Picture, 1922.
[5] Enzo Carli, 1910-1999 nacido en Pisa residió desde 1939 en Siena y fue director de la Pinacoteca y del Museo del Duomo.
[6] Luigi Pirandello 1867-1936. Escritor y dramaturgo italiano nacido en Agrigento, Sicilia. Ganó el premio Nobel de literatura en 1934.
[7] El Conde Lagardere, personaje de varias novelas de Paul Feval padre, escritor francés 1816-1887. Famoso espadachín, hábil a la hora de disfrazarse y defensor de los débiles.
[8] Die Brücke, tendencia artística de un grupo de pintores alemanes expresionistas reunidos en Dresde entre 1905 y 1913
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