top of page

EL SÍNDROME DE STENDHAL Y LOS REYES MAGOS (O quién es quién?)

  • edwino54
  • 24 oct 2020
  • 28 Min. de lectura

Actualizado: 25 oct 2020

Chi camina con le fatiche per la strada della virtù, ancora

che ella sia (come dicono) e sassosa e piena di spine,

alla fine della salita si ritrova pur finalmente in un

largo piano, con tutte le bramate felicità.

Giorgio Vasari.


Mentí. Mentí descaradamente cuando en mi crónica de cómo conocí a Munch dije que era la primera vez que me extasiaba frente a una obra de arte o un artista. Mentí clamorosamente, o tal vez no. Tal vez no porque ese fenómeno sobrenatural que nos puede suceder a todas y todos y en cualquier lugar es un acontecimiento que se repite a lo largo de nuestras vidas y es único, pero siempre es la primera vez. Es un éxtasis tan abrumador que no en vano Stendhal (1783-1842) lo padeció en su viaje a Italia y lo dejó consignado en su libro Roma, Napoli e Firenze. Desde ese momento esta “enfermedad” lleva su nombre.


Portada Roma, Napoli e Firenze, Stendhal


Pero tal vez para excusar que mentí, este nuevo relato se refiere a la primera vez que me sucedió en Italia cuando tenía 20 años. Pero miento de nuevo: la primera vez en Italia fue una experiencia no “italiana”, una exposición de Rufino Tamayo (1899-1991), el gran pintor y muralista mexicano, en Palazzo Strozzi, en Florencia, en marzo de 1974.


Catálogo Exposición Rufino Tamayo


Pero permítanme prolongar un poco más el suspenso. Antes, en mi juventud en Colombia, esto ya me había sucedido varias veces. Mi abuelo Pedro Nel Gómez (1899-1984) facilitaba enormemente la posibilidad de que esto sucediera. Memorables y extasiantes eran las conversaciones en el patio Pompeyano de la casa de mis abuelos, afrescado con figuras míticas, mujeres y mineros desnudos. Y en las tardes de mi infancia, cuando, después de haber devorado la pasta asciutta con el ragú a la boloñesa que hacía mi abuela, me arrullaba aletargado en el regazo de mi madre, escuchando las historias, risas y discusiones sobre arte y política, y, en medio de la algarabía de voces indistintas, la única que percibía con claridad era la voz extranjera de mi abuela toscana.


De izquierda a derecha: Carlos Correa, Pedro Nel Gómez, Clío Gómez, Giuliana Scalaberni (la abuela), y Teresita Santamaría. Archivo Casa Museo PNG.


Pero si eso me condujo a ver el mundo a través del arte, no queda duda de que el primer gran choque fue conocer el Aula Magna de la Universidad Nacional de Minas en Medellín. Cuando pude verla por primera vez ya tenía indeleblemente marcadas en mi memoria las dificultades épicas que mi abuelo Pedro Nel había debido superar al pintar al fresco los muros de la sala octogonal que él mismo había diseñado. Sobre todo, sabía del dolor que había soportado al pintar la cúpula en una posición antinatural, casi acostado y mirando al cielo, contorsionándose, en un modo similar al de “grandes pintores como Michelangelo” al pintar el techo de la Capilla Sixtina. Para soportar esta experiencia que lo unía al espíritu del renacimiento, Pedro Nel diseñó una silla con ruedas que se podía inclinar hacia atrás para quedar posicionado a la justa distancia: lo suficientemente lejos como para que sus brazos pudieran proseguir con la obra, pero no tanto como para perder la perspectiva de la figura en la que estaba trabajando en ese momento.




Cúpula y murales Aula Magna, Facultad Nacional de Minas.


LA CAPILLA.


Pero ahora sí: ¿de qué estoy hablando? Esa primera sensación alucinante por su intensidad, que ya sabemos que no fue la primera y ni siquiera la segunda vez, la tuve en Florencia, pero no al ver los murales de Masaccio o de Giotto, como lo habían presagiado mis padres antes de mi viaje a la ciudad de la cual me hablaban con frecuencia y de la que tenía imágenes idealizadas, sino al entrar a la Capilla de los Magos (1459) en el Palacio Medici-Riccardi, obra maestra, capolavoro dicen los italianos, de Benozzo Gozzoli (1389 – 1464).



Palazzo Medici-Riccardi, Florencia, Italia.


Aunque había vivido mis primeros días italianos en Florencia y había visitado en medio de la nostalgia por la familia y los amigos “todo lo que hay que ver”, la Capilla de los Magos se me había escapado por su posición oculta que no todos conocían y aconsejaban como destino turístico. Por supuesto había ido a Pitti y los Uffizi, había ido al Duomo, al Baptisterio y al Campanario del Giotto. ¡Había llorado a la orilla del Arno mirando el Ponte Vecchio y había visto el David de Donatello a falta de poder ver el de Michelangelo que en esa época estaba en plena restauración.


Tuvieron que pasar unos meses. Cuando regresé a Toscana, más exactamente a Siena adonde había ido a perfeccionar el italiano y a realizar los cursos de Arte y Cultura que se realizaban en la Universitá per Stranieri, tuve la posibilidad de ir a Florencia con dos amigos españoles, profesores de arte, que conocían “todo” lo que había que ver en Toscana. (Después con el tiempo descubrí que conocer “todo” es imposible. Lo que el ser humano ha creado en esa región por más de 8 siglos no puede conocerse en una sola vida).



Piazza del Campo, Siena, Italia. Archivo personal.

Gracias a ellos, a mis amigos españoles, conocí esta joya del arte florentino. ¡Y desde que entré supe que tendría un ataque del síndrome cuyo nombre aún no conocía!


El Palazzo Medici-Riccardi es un discreto y austero edifico construido bajo encargo de Cosimo de Medici el Viejo que se encuentra en una de las vías principales de Florencia, la hoy llamada Via Cavour, en ese entonces Via Larga. Se accedía a él por un espacioso claustro aparentemente simétrico, cuyas columnas reflejan la arquitectura renacentista, según los cánones dictados por Brunelleschi.


Claustro Palazzo Medici-Riccardi, Florencia Italia.

Unas amplias escaleras en piedra desgastadas por el uso conducían a un ingreso mal iluminado. A través de una puerta baja se accedía a un espacio reducido, pero que inmediatamente resplandecía en sus colores y figuras al primer momento indescifrables.


Torbellino de colores, espiral de sensaciones. El corazón se detiene, la respiración se agita. El corazón se acelera, la respiración queda en pausa sin que intervenga la voluntad. Este es el efecto de exceso de belleza que produce la Capilla de los Magos. Mareo en medio de una sinfonía de imágenes. Un contrapunto de rostros de izquierda a derecha, de arriba abajo, efecto al cual contribuye el laberíntico diseño del piso que confunde los sentidos.


Collage tríptico Capilla de los Magos.

Ciertamente, a pesar de los recuerdos distorsionados por el pasar de los años y por las visitas sucesivas que se han sobrepuesto en mi memoria, puedo afirmar que la iluminación era bastante defectuosa. Es posible que se pareciera a la penumbra que debían experimentar los Medici, los amigos y parientes al entrar al recinto: iluminaban con una antorcha en la mano con ritmo pausado e iban descubriendo cada figura que iba despareciendo con cada movimiento, al iluminar la siguiente.


Son tantas las figuras que de golpe invaden las pupilas, que cuesta trabajo pensar que son tres reyes magos: es una multitud de reyes magos. Es una amalgama talmente densa de personajes, cabalgaduras y animales de todo tipo que inicialmente es imposible identificar a los personajes principales. A la primera mirada se espera encontrar a los Reyes cabalgando en camello o elefante, uno tras otro en un paraje solitario o adorando al niño en el pesebre, tal vez aferrándonos a la iconografía más clásica e ingenua. Aquí, por el contrario, todo es suntuoso y resplandeciente. Todos son adornos, collares y penachos. Tanto los hombres como sus cabalgaduras visten sus mejores galas. 


A pesar o, tal vez, gracias a la poca iluminación, el efecto de cada figura es impactante y poco a poco se van develando a cada giro de la cabeza en las distintas paredes los Reyes: Lorenzo de Medici, el Magnífico (1449-1492), podría ser Gaspar, el mago que venía de Asia, engalanado con una túnica dorada con su rizada y larga cabellera sobre su cabalgadura no menos engalanada. El rey Baltazar, de fría mirada, proveniente de África, que Gozzoli representó en la figura de Juan VIII, Paleólogo (1392-1448), con su larga túnica bizantina y el turbante engastado en pedrería. Y el joven Giuliano de Medici (1453-1478) podría ser Melchor, el Rey que llegaba de los territorios europeos, joven príncipe más interesado por el momento en la montería que en las labores del Gobierno de la Signoria.


Gaspar

Baltazar

Melchior?

Y llega de repente una pregunta: ¿por qué este conjunto de figuras es tan impactante? Y la respuesta está allí mismo: es un espectáculo fríamente calculado, una coreografía de personajes diseñada para impactar y dar un mensaje de poderío. Además, todo esto sucede en un espacio de no más de 40 metros cuadrados cerrado sobre sí mismo, en donde todo es color, lo que lleva a que se amplifique el mensaje. Los ojos no se puedan apartar de las majestuosas figuras principales o del cortejo que desciende lentamente en medio de un paisaje escenográfico, siguiendo los pasos de los reyes.


Y fue el observar ese conjunto de elementos lo que me produjo un “ataque” del Síndrome de Florencia o Síndrome de Stendhal: era el Síndrome de Florencia en Florencia.


EL SÍNDROME DE STENDHAL.


¿Pero, más allá de mi propia experiencia, qué es este síndrome? Cualquiera podría pensar que la sensación que se siente en los casos descritos anteriormente es simplemente un exceso de susceptibilidad o es causado por un espectador hipocondriaco confundido por el hambre o por el calor de un día de verano. Pero es más que eso y ha sido definido psicosomáticamente.


El Síndrome de Stendhal, también denominado Síndrome de Florencia o estrés del viajero, es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor y palpitaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando estas son particularmente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar. También suele suceder ante escenarios históricos, como campos de batalla, palacios, ruinas históricas o lugares en los cuales se han producido hechos muy importantes.


Esto es simplemente la descripción de Wikipedia, pero, como dirían en Italia, se non é vero e ben trovato (si no es verdad, está bien encontrado). Y lo digo porque todavía no se ha llegado a que el DSM-V, el manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría, lo reconozca como una enfermedad. Pero a partir de los testimonios que hizo Stendhal cuando visitó la iglesia de Santa Croce en Florencia (“…saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”), la psiquiatra Graziella Magherini realizó en 1990 un estudio sobre más de 100 turistas que visitaban Florencia. En este concluyó que este tipo de experiencia le puede suceder a una persona al ver una obra “muy valiosa o [cuando] el espectador tiene acceso a muchas creaciones en un solo lugar”, conclusión que coincide con la ya citada definición de Wikipedia.

Iglesia de la Santa Croce, Florencia, Italia. Archivo personal.


Y este es precisamente el caso de la Capilla de los Magos: un conjunto de obras de excepcional valor estético. Como menciona el estudio de la Dra. Magherini, puede tener un aspecto detonante en la experiencia el hecho de que sea una obra o una iconografía significativa para el espectador debido a la “fruición artística, la obra de arte en sí misma, con todos sus simbolismos y fórmulas visuales”.


LOS REYES.


Aunque a lo largo de los años tuve ocasión de visitar en varias ocasiones la Capilla de los Magos, fue la última vez, hace 5 años, cuando volví a padecer el Síndrome. Esto podría ser una casualidad o, tal vez, simplemente se reunieron los mismos factores de sujeto, tiempo, modo y lugar, desencadenado una reacción que cumple con los diferentes aspectos que definen una experiencia “Qualia”: inefable, intrínseca, privada y aprehensible para la conciencia.

Pero esta vez en compañía de L y las hijas ya mayores accedimos por Via de Ginori a espaldas de la entrada principal de Via Cavour por los jardines del palacio mediceo, jardín que bien podría llamarse el jardín de los naranjos. Cerca de allí, en otro jardín ya desparecido, funcionó la que pudo haber sido la primera escuela de Bellas Artes patrocinada por Clarice Orsini, la esposa de Cosimo Medici.


Claustro de los “naranjos” Palazzo Medici-Riccardi, Florencia, Italia. Archivo personal.


Después de rehacer los pasos por las mismas escaleras, un poco más desgastadas por miles de turistas, atravesamos la puerta que obliga a bajar la cabeza para después, al levantarla, nuevamente encontrar el espectáculo ya conocido, pero no por eso menos impactante, de los Reyes. La nueva iluminación confería una nueva dimensión al espacio, ganando en profundidad y, sobre todo, en altura, permitiendo que se descubrieran detalles antes no observados. Sin embargo, estaba claro que la magia del espectáculo seguía estando allí.


Y de nuevo la misma sensación de mareo: imágenes que rotan alrededor del espectador que sin paz no sabe a dónde dirigir sus ojos, en dónde concentrar la mirada, el mismo espacio cerrado sobre sí mismo que crea la sensación de vértigo al buscar afanosamente las figuras ya conocidas dentro de la coreografía creada por Benozzo Gozzoli. Es una efervescencia de percepciones que me sumerge en el silencio más absoluto, en medio del  murmurar de los visitantes y los gestos de asombro y recogimiento.


BENOZZO GOZZOLI Y LOS MEDICIS: POLITICA, ETICA, ESTETICA.


Pero está claro que toda esta construcción simbólica que sigue produciendo un poderoso efecto sobre los visitantes reunía en sí una serie de connotados estéticos y un manejo con fines políticos. La obra que encargó Piero de Medici (1416-1469) a Benozzo Gozzoli estaba enmarcada en los acontecimientos de los últimos 20 años, es decir, en las luchas que los Medici mantenían con las otras familias poderosas de Florencia y en las batallas que en la iglesia católica habían enfrentado a los seguidores del Conciliarismo con los Papistas. Esta lucha intestina para definir si el poder máximo recaía sobre el Papa o sobre una reunión conciliar involucraba a todos los poderosos de Europa.


Concilio de Basilea, Suiza.


Gozzoli realizó la decoración de la Capilla de los Magos en 1459. Un año antes, en 1458, Enea Silvio Piccolomini (1405-1464), quien había desempeñado un papel muy importante en el pequeño Cisma de Occidente (Papistas vs Conciliaristas) al jugar en ambos bandos según sus intereses del momento, había sido nombrado Papa Pio II.


Pio II Toscano de origen, el papa más iluminado del Siglo XV, fue un Papa acorde a su tiempo: un verdadero humanista y defensor de las artes y la cultura. Fundó la Universidad de Basilea y emanó una Bula para proteger las ruinas romanas que estaban siendo desmanteladas para construir las nuevas residencias de los patricios romanos. Pero Piccolomini es sobre todo recordado en el campo artístico porque contrató al arquitecto Bernardo Rossellino (1409-1464) para que convirtiera a su pequeño pueblo de origen, Corsignano, en la actual Pienza, una ciudad construida con base en la estética y armonía que habían promulgado arquitectos y urbanistas como Leon Battista Alberti (1404-1474).


Pienza, Italia. Archivo personal.

El recorrido de Enea Piccolomini antes de llegar al solio pontificio había sido una larga aventura: solamente hasta los 42 años cambió su vida de laico lujurioso y manipulador, de refinado escritor y cronista, por la Túnica de Obispo, primero, de Trieste y, después, de Siena. Estos obispados le fueron concedidos por el papa Nicolás V, su amigo con el cual compartía los principios humanistas de su siglo.


Por otra parte, Piero de Medici, el mandante de la Capilla de los Magos, tenía el propósito de renovar alianzas con el papado, pero también la urgencia de salvar su alma inmortal. El Papa Martino V había concedido en 1.422 a su padre, Cosimo, el Viejo (1389-1464), permiso para tener un altar privado dentro de su habitación. Hay que tener en cuenta que, en esa época, los altares debían ser públicos, en las iglesias, donde todos los creyentes pudieran ir a rendir adoración y donde se pudieran cobrar los diezmos a todos los feligreses. Una capilla privada era extraña y no dejaba de ser sospechoso que se concediera ese privilegio a una familia laica cuya relevancia era ser banqueros o usureros de profesión.


Piero, gracias a ese privilegio, decidió construir la Capilla de los Magos para poder expiar sus culpas como usurero y, tal vez, que sus sucesores pudieran hacer lo mismo, previendo sus adulterios y comportamientos “lujuriosos”, pecados que los podrían conducir a los círculos más terroríficos del infierno de Dante: séptimo y segundo, respectivamente. 


Segundo Circulo, por Joseph Anton Koch: “…a vizio di lussuria fu si rotta...".


Séptimo circulo, tercer giro Por Gustave Doré: “E perche l’usuriere altra via tiene…”.


Sentirse culpable y pecador no fue un obstáculo para que Piero ordenara la construcción de un espacio suntuoso en el que las imágenes sagradas más respetadas, los Reyes Magos, coincidían con las imágenes de los personajes más destacados de su dinastía: Cosimo, Piero y sus hijos herederos, Lorenzo, el futuro Magnífico, y Giuliano, el habilidoso negociador de la familia que después caería asesinado en la Conspiración de la familia Pazzi.


Carlos Julio Argan (1909-1992) acertadamente observa sobre esta manipulación intencional de los Medici: “En una sociedad de grandes banqueros la adoración de los reyes magos hace alusión a los poderosos de la tierra, al dios que nace en la pobreza, pero también al favor de dios para aquellos, que poseedores de tantos bienes, los usan para fines santos”.

La representación de los Reyes era una de las imágenes más antiguas del cristianismo y solía ser utilizada simbólicamente para denotar las tres fases de la humanidad (divinidad, espíritu y cuerpo), las tres razas (europea, asiática y africana), las tres dimensiones temporales (pasado, presente y futuro) o las tres edades el hombre (juventud, madures y vejez).


Además, en esa época se realizaba en Florencia (y se realiza todavía, COVID permitiendo) en el día de la Epifanía una gran procesión que recorría la ciudad y que representaba en los Reyes Magos el poderío de los Medici. Todos estos factores se unieron en la escogencia del tema para la capilla privada de la familia.


La procesión de los Magos. Foto Municipio de Florencia.


No deja de ser curioso que la alianza de los Medici y el Papa Pio II estuviera enmarcada no solo por los mismos intereses políticos, artísticos y culturales, sino también porque los pecados de lujuria y soberbia eran compartidos. Enea Piccolomini escribió una novela erótica Euryalus y Lucretia o Historia de dos amantes y había dejado regados, en sus correrías por la Europa dividida, varios hijos que en esta época se denominaban “naturales”. El gran valor que diferenciaba a Pio II de otros religiosos contemporáneos era su capacidad de crítica a su época, a la Iglesia y a sí mismo, la cual quedó consignada en sus Comentarios con un lenguaje claro y libre de hipocresías.


Biblioteca Piccolomini, Siena, Italia. Danilo Bolognesi.

Los Medici y Pio II tenían otros objetivos en común, además de consolidar el poder del papado: combatir a los turcos, quienes, solo cinco años antes de la posesión del papa en el trono de San pedro, habían tomado Constantinopla, y proteger a los infieles. Con tal fin, Pio II quiso iniciar una nueva cruzada, la cual dirigiría personalmente: quería consolidar su gloria y su legado siendo el Primer Cruzado. Y, como es bien sabido, para hacer la guerra se necesitan hombres en armas y, por lo tanto, recursos económicos que Piccolomini buscó con desesperación en sus aliados franceses, los Dux de Venecia y, por supuesto, los Medici. Estos estaban interesados en comprar indulgencias plenarias (pecado de simonía: octavo círculo, giro tercero; cada vez más profundo en los infiernos) y en establecer cierta tranquilidad en Europa para poder expandir su negocio de prestamistas.


Es necesario tener en cuenta esta relación tan estrecha entre los Medici y el Papa para entender iconográficamente los personajes que Gozzoli pintó en la capilla. En la procesión de los Reyes Magos, descendiendo por la colina a visitar al niño recién nacido, se plasmó claramente el objetivo ecuménico de reunir las diferentes religiones para luchar contra los turcos infieles.

LOS MURALES Y SUS PERSONAJES.


Con base en las necesidades e intereses terrenales, políticos y espirituales de los Medici, los murales de la Capilla, además de reflejar la travesía de los reyes para llegar a Belén, reflejan tácitamente la llegada de los representantes de Bizancio a Florencia a la fase final del concilio de Basilea-Ferrara-Florencia. Este había sido convocado por el Papa Martino V en 1431, pero, debido a los conflictos generados había sido trasladado, primero, a Ferrara y, después, a Florencia para permitir que los Papas, que sucesivamente habían lidiado con las disputas, pudieran “jugar” en su campo y bajo la protección de sus aliados. El triple concilio se extendió por catorce años hasta 1445, contribuyendo de este modo en buena medida a las guerras que azotaban el territorio europeo. Y todo para definir si el Papa era más poderoso que el Concilio; si el Espíritu Santo provenía del Padre y del hijo (Filioque); y si la única y verdadera eucaristía debía ser suministrada en las dos especies: pan y vino (Sacre Specie).

Y ahora sí, en este contexto, con un caleidoscopio de representaciones que se vuelven lo representado, de magos que se vuelven príncipes bizantinos que se transforman en Señores de Florencia, miremos la capilla de Gozzoli.

El sitio central de la capilla era el altar precedido por la Adoración del Niño,  como era natural por su función de oratorio. Actualmente se puede apreciar una copia del Siglo XIX, cuyo original fue pintado por el fraile carmelita Filippo Lippi (1406-1469) que se exhibe hoy en la Gemäldegalerie en Berlín. La copia es de autor anónimo y reproduce fielmente el cuadro de Lippi.


La Adoración del Niño, Filippo Lippi.


A los lados del altar se encuentran dos grupos entre divinos y humanos por la presencia de paisajes evocativos de Toscana y de la tierra santa, en donde los pastores sorprendidos se preparan para adorar al recién nacido y los ángeles celestiales entonan sus alabanzas. La naturaleza toda parece estar de fiesta.   


Nótese la continuidad que Gozzoli da al paisaje a pesar de estar en paredes opuestas, creando un marco “completo” para la imagen de la virgen y el niño en el pesebre.


Collage murales ábside.


Rotando en sentido contrario a las manecillas del reloj, y dando continuidad a la escena, Gozzoli nos muestra un par de pastores bastante aburridos porque no pudieron ir con los demás a recibir al niño tan anunciado y tuvieron que quedarse a cuidar el rebaño.


Mural buey y pastor.


En la pared sucesiva encontré el primer gran conjunto, en el que llama la atención inmediatamente Giuliano de Medici, el menor de los hijos de Piero. En el momento que Gozzoli realizó el mural, Giuliano tenía seis años, pero aquí ya está idealizado como el apuesto y poderoso príncipe en el que se convertiría, casi como presagiando sus dotes de negociador y el rol que su hermano Lorenzo le encargaría dentro del gobierno de la Ciudad-Estado. Es importante resaltar que una de las figuras más importantes no es un Rey Mago: conduce la procesión, la lleva a su meta final, pero no es un Rey. ¿Entonces, sí es Giuliano de Medici o a quién representa? (Dejemos de lado por el momento esa duda). Giuliano lleva sobre su enjalma un leopardo, símbolo de poderío y capacidad de lucha.


Giuliano De Medici?


A partir de allí empezamos a encontrar a los reyes aparentemente en el orden que llegaron los reyes bizantinos al concilio en Florencia en 1439.


En la pared oeste, Melchor, representando por José II, patriarca de Constantinopla (1360-1439), con sus largas barbas blancas de corte bizantino y vestido del purpura propio de las estipes de Constantinopla, encabeza el cortejo en un burro, más lento en su andar y menos briosos que el caballo de Giuliano, simbolizando el espíritu conciliador con el cual llegaba a la reunión Conciliar. Su séquito es descrito por cronistas florentinos como dignatarios “de barbas que descienden hasta el pecho, cabellos espesos desordenados y enredados y de cejas pintadas”. El patriarca murió en Florencia al poco tiempo de llegar a la ciudad, por lo que fue enterrado en el cementerio anexo a la iglesia de Santa María Novella.


Pero siempre en espíritu de dar claridad a esta confusión de personajes, el primer mago también podría “encarnar” al emperador Segismundo que había muerto en 1437. Él había realizado en 1414 el primer intento de diálogo entre los bizantinos y la iglesia de Roma, convocando el Concilio de Constanza.


José II de Constantinopla. Archivo personal.


El segundo mago en el cortejo, Baltasar, está representado por el emperador de Bizancio, Juan VIII, el Paleólogo. El último emperador “oficial” de Constantinopla hace entrada a la comparsa en un fabuloso caballo blanco que muestra sin mucha reticencia su virilidad, dejando claro a todos desde el principio la virilidad de su jinete. La figura de Juan VIII es la que corresponde a una identificación no cuestionada. Estudiosos del Cuatrocientos como Silvia Ronchey (1958) han confirmado, revisando las distintas pinturas del emperador, esta identidad.

Giovanni VIII llegó en un día tormentoso a Florencia, presagiando las discusiones que se darían en el concilio. Aunque no había muchas personas acogiendo su llegada, todo en la representación que hace de él Gozzoli es magnífico: el paisaje, su caballo, los aparejos y riendas, su vestimenta que dejó marcas indelebles en la moda florentina por más de un siglo, su corona, y, sobre todo, su porte erguido de mirada fija y segura del porvenir.


Las tres mujeres (¡milagro, apareció una figura de mujer que no es la Virgen!) son Nannina, Bianca y María, las hijas de Piero y hermanas de Lorenzo y Giuliano.


Juan VIII Paleólogo. Archivo Personal.


El siguiente mural de la capilla es el más abigarrado. Gaspar es representado por Lorenzo, el Magnífico, y es seguido por su padre Piero, el Gotoso, y el abuelo Cosimo, el Viejo. Además, están representadas las familias rivales que en ese momento eran aliadas: los Malatesta de Rímini y los Sforza de Milán. Además, se han identificados a filósofos y hombres de la cultura como su maestro Fra Angelico, Marsilio Ficino, el neoplatonista, y Cristoforo Landino.

Cosimo y Piero Medici. Archivo personal.


Pero la identificación de este mago no es tan fácil porque, aunque popular y sentimentalmente para los florentinos es adecuada, siempre han existido dudas, ya que, más atrás en la procesión, hay otra figura que se asemeja más a Lorenzo. Distintos estudiosos, verdaderos estudiosos de la iconografía y de la historia medicea, han puesto en duda el parecido de este maravilloso joven de cabellos dorados y rizados con el “perfil” de muchos otros retratos lorenzianos. Con mis humildes herramientas de investigador dilettante, me puse en la labor de comparar y pues, coloquialmente, nada que ver (parecer).


Para empezar, en la misma obra de Gozzoli: ¿qué tiene que ver este joven bello (bel fanciullo, como dicen los italianos) de la izquierda con este otro retrato de la derecha que incluyó Gozzoli más atrás en el corteo?


Rey Gaspar  Lorenzo en el cortejo y su hermano Giuliano.

 Y, para que salgamos de dudas, comparemos la elocuente nariz del joven de la derecha con retratos más históricamente ciertos de Lorenzo.


Lorenzo il Magnifico, por Giorigio Vasari,  ca 1533 y por Agnolo Bronzino ca 1565.


Sí, podríamos decir que Vasari era mejor historiador que pintor o que este retrato fue realizado mucho años después, Lorenzo estaba más viejo y ya se le notaban los pecados cometidos. Pero la semejanza con el joven del corteo junto a su hermano Giuliano es evidente, en cambio la otra con el rey Mago es simple idealización y exceso de imaginación de los florentinos que a través de los siglos sucesivos han soñado con el poderoso biondo (el mono).


¿Y entonces, si no es Lorenzo, quién es?


Por las crónicas que se han conservado sobre el concilio se sabe que otro de los hermanos Paleólogo llego a la ciudad. Se trata de Demetrio (1407-1470), personaje extraño y rebelde, con una actitud opuesta a la de su hermano José y reacio a la unión de las dos iglesias. No en vano, y después de algunos años, a diferencia de su otro hermano Tomás que se refugió en Roma, Demetrio, que era el legítimo sucesor del trono de Bizancio, terminó sus días de aliado de Mehmet II, el conquistador de Constantinopla.


Mezquita Mehmet II, Estambul. Archivo personal.


Como ya se mencionó, detrás de la familia Medici iban Galeazzo María Sforza, duque de Milán (1444 - 1476), y Segismundo Maltatesta, señor de Rímini (1417-1468). El primero era famoso por compartir los pecados del lujurioso Lorenzo, pero agravados por la crueldad que ejercía contra sus cortesanos y amantes, que lo llevaron a ser asesinado. Y el segundo, sabio gobernante y amante de las artes, vivió en permanente guerra con sus vecinos, según cambiaba el viento, y terminó perdiendo muchas de sus tierras a manos de Pio II, quien, como ya he dicho, esgrimía, en sentido literal, una personalidad imparable. El mensaje debía quedar claro para todos, al ver marchar a estos hombres a la retaguardia de los Medici: estos hombres de armas, condotieros de experiencia, estaban allí para respaldar a la familia que los financiaba.


Galeazzo Maria Sforza y Sigismondo Malatesta. Archivo personal.


Detrás de las armas y del poderío militar vienen las verdaderas comparsas: artistas, cortesanos y filósofos que conformaban el entourage intelectual de los reyes bizantinos, de los Medici y, por supuesto, de los Papas. También están presentes los teóricos y estrategas de los potentes gobernantes y los promotores de la cultura griega que fueron conocidos como los Neo-platónicos.


Plano de Personajes.


1. Basilio Bessarione (1403 - 1472), nacido en Trebisonda, tuvo una formación en filosofía y participó activamente en los concilios de Ferrara y Florencia: en el primero estaba en contra de la unión y en el segundo, apoyándola decisivamente. Era un gran teórico y conocedor de los polémicos dogmas que enfrentaban las dos iglesias. En ultimas, a través de las “profundas” discusiones que hacían, emerge que las verdaderas causas de las disputas no estaban en esas discusiones (si comulgar con el pan y con el vino o solo con el pan), sino en profundos desacuerdos geográficos, en lo que hoy llamaríamos geopolítica, y en las heridas que habían dejado las traiciones de las anteriores cruzadas.

Basilio Bessarione.


2. Giorgio Temisto (1355 - 1452), conocido como Pletone, longevo filósofo nacido en Constantinopla, es representado con larga blanca y mirada magnética y carismática. Este prolífico autor que escribió sobre los temas más variados, desde Platón y Aristóteles hasta el gobierno de los pueblos, desde la música hasta la geografía, es considerado el precursor del renacimiento. Puso las bases para la fundación de la academia neoplatónica de Florencia que sirvió como modelo para la creación de academias similares. 


Giorgio Temisto Pletone.


3. Teodoro Gaza (1415 – 1475), filósofo y humanista, fue también uno de los impulsores del redescubrimiento de la cultura griega. Fue traductor de la obra de Aristóteles y de textos griegos de zoología y biología que dieron impulso a las ciencias naturales en el Renacimiento.


Teodoro Gaza.


4 .Isidoro de Kiev (1385 - 1463) está representado en la tercera fila detrás de Gaspar y se reconoce por la combinación de la barba bizantina y el casquete cardenalicio romano. Isidoro había sido nombrado por Juan VIII Paleólogo, el Baltazar de esta historia, como metropolitano de Kiev y Moscú (cargo equivalente al de arzobispo en las jerarquías romanas) con el fin expreso de reunificar las iglesias orientales con la romana. Este encargo le valió la animadversión de otros dignatarios de esas iglesias, por lo que pasó a la historia como Isidoro, el Apóstata. Las dos visiones contrastantes lo llevaron, en pocas palabras, a encarnar el rol de héroe para los católicos y de traidor para las iglesias orientales: gajes del oficio de todo negociador.


Isidoro de Kiev.


5. Giovanni Argirópulo (1416 - 1487), fue un escritor, traductor y enseñante de la lengua y cultura griega. Como los demás ya reseñados, después de vivir unos años en el oriente fue a Italia invitado por Cosimo Medici para ser profesor de griego en la Universidad de Florencia.


Giovanni Argiropulo.


6. Enea Silvio Piccolomini, Papa Pio II. ¿Qué más decir del Papa Piccolomini?

Enea Silvio Piccolomini.


7. Benozzo Gozzoli (1420 - 1497). El pintor italiano de la Capilla de los Magos se quiso inmortalizar no una, como era normal en este tipo de obras, sino dos veces. En la pared este mira de frente a espectador seguro de la transcendencia de su obra. En lo escrito en su gorro lo proclama: Opus Benotti, la OBRA de Benozzo. Alumno de Fra Angélico, participó con él en la decoración del Convento de San Marco, en donde pintaron a “otros” Reyes Magos, y en la puerta del paraíso de Lorenzo Ghiberti. Innumerables son sus obras esparcidas por pueblos de Toscana, Umbría y Lacio, donde fácilmente y sin esperarlo el turista se tropieza con obras de este gran pintor no tan conocido. Importante e imperdible en una visita a San Gimignano son las Historias de San Agustín en la homónima iglesia.


Opus Benotti, pared este.     Benozzo en la pared oeste.


8. Marsilio Ficino y los hermanos Pulci: los Neo-platónicos italianos: La presencia de estos eminentes filósofos bizantinos estudiosos de la cultura griega dio origen a la idea de Cosimo de Medici de crear la Academia Neoplatónica de Florencia. Su fundador fue Marsilio Ficino (1433 - 1499), filósofo humanista, traductor y astrólogo nacido en Florencia. Prolífico escritor, fue con el tiempo olvidado y acusado de paganismo, pero tuvo gran influencia sobre las teorías de Giordano Bruno, filósofo y cosmólogo acusado de herejía y quemado por la inquisición y que recientemente fue rehabilitado por el papa Juan Pablo II (las vueltas que da la vida).  En la siguiente foto vemos a Ficino, a la izquierda, con un gorro gris en compañía de los hermanos Pulci, también filósofos neoplatónicos.

Marsilio Ficino.


¿LOS TRES REYES MAGOS ERAN CUATRO?


Pero llegados aquí y creyendo haber terminado esta crónica visual de personajes, recordamos que habíamos dejado un cabo suelto. Cuando identificamos al apuesto joven que precedía el cortejo habíamos sembrado una duda. Y es que los historiadores y conocedores del tema se empezaron a preguntar por el tercer hermano Paleólogo, Tomás, que había gobernado con su hermano Demetrio la región de Mórea, actual Grecia. Porque no estaba solamente claro que él había participado en las discusiones de 1859, sino que era el personaje clave en estas, el principal aliado de Pio II, además del más interesado en promover la cruzada contra los turcos que habían arrasado Constantinopla. ¿Y, entonces, cómo era posible que el personaje crucial en las discusiones no estuviera representado, con toda la dignidad que le correspondía, en las paredes de la Capilla de los Magos?

De esta forma, otra fábula se hace trizas: ni Lorenzo es Lorenzo, ni Giuliano es Giuliano. Y surge un cuarto mago que llega de Oriente y que, en últimas, corresponde también a otras leyendas, con mayor o menor asidero histórico, que contaban de la existencia de un cuarto mago que perdió su brújula.

En resumen, este es el destino de los perdedores en la historia: la familia Paleólogo, que fue arrasada y aniquilada, finalmente acabó extinguiéndose y Demetrio y Tomás fueron remplazados en la mente de los habitantes de Florencia, primero, y de Italia y el resto del mundo, después, por Lorenzo y Giuliano de Medici, dos jóvenes y apuestos galanes; los ganadores que expandieron sus negocios por toda Europa y fueron parte importante de su geopolítica.


EL PAISAJE.


Como ya se ha dicho, el paisaje de los Reyes está entre lo divino y lo humano, entre la Tierra Santa y Toscana. Esta última región es claramente identificable por las colinas, los castillos y ciudades amuralladas. También por los árboles y arbustos que predominan en los paisajes toscanos, la tierra nativa de Gozzoli: cipreses y laureles, robles y abetos, naranjos y granados. Por una fauna nativa que desde tiempos inmemoriales ha sido la base de la cocina regional: venados, jabalís, ánades y pájaros de distintas especies. Y, por supuesto, por los animales de caza: galgos, panteras y aves de cetrería.


Pienza: paisaje típico Toscano. Archivo Personal.


A MODO DE CONCLUSIONES.


ARTE Y BELLEZA.


¿Por qué escribir sobre estos temas en esta época en la que estamos agobiados por pandemias y confinamientos? ¿Es la belleza un tema actual en el mundo y en Colombia con su polarización política y la incertidumbre económica? Creo que la única repuesta posible es que la belleza, el gustar de lo bello, es esencial para el bienestar del ser humano. Todos, en distinta medida y bajo distintos estímulos, gozamos con la belleza, aliviamos nuestro espíritu con lo bello. Por lo tanto, hay una responsabilidad ineludible de difundir el arte, tal vez la forma más representativa para no decir sublime, en la que el hombre ha plasmado desde el principio de los siglos sus acciones, emociones, creencias, dudas y miedos.


Otro cuestionamiento ante la belleza la ponen las circunstancias actuales de destrucción de esculturas por motivos raciales o políticos, el cuestionamiento de algunas obras por motivos de evidente machismo y de violencia contra niños, niñas y mujeres. Esta cuestión, si fuéramos coherentes, en muchos casos nos llevaría a renunciar al arte que se ha generado durante siglos y nos deberíamos quedar solo con aquel que refleja de modo crítico nuestra realidad, un arte totalmente político y seguramente sectario. Si esta teoría prosperara al vaivén de los vientos, podría llevar a la cultura occidental (blanca, heterosexual, católica y machista) a excesos que ya hemos visto en otras latitudes, como la destrucción por parte del ISIS del templo de Bel en Palmira.


Templo Bel Palmira, Siria: antes y después.


Para poner un ejemplo personal de coherencia, para mí, que por circunstancias del destino me “tocó” no creer, porque el ateísmo es simplemente la incapacidad de creer en lo irracional aunado a la ausencia de fe innata, si fuera radicalmente crítico debería renunciar a disfrutar de:

  • Casi todas las artes visuales, por los menos hasta el siglo XVIII y parte del XIX: Capilla de los Magos y Capilla Sixtina, incluidas.

  • En arquitectura, de todas las iglesias y templos católicos, ortodoxos, griegos o romanos, mezquitas y demás, y tendría que ir por el mundo con orejeras para no disfrutar en cada plaza de un lugar de culto: San Pedro, San Juan Laterano, Santa Croce, Notre Dame, Lourdes, Catedral de sal de Zipaquirá, Mezquita de Mehmet II y tantos etcéteras.

  • En la música, todo el canto gregoriano, prácticamente todo Bach, Carpentier, Schütz, etc.; las misas de Beethoven y Mozart; el réquiem de Verdi y de Brahms. Y tantas obras más.

  • En las Letras, debería privarme de leer la Biblia o el Corán o consultar los textos filosóficos de Tomas de Aquino o de San Agustín.

El disfrute de la belleza en el arte no es contrario a una visión crítica de las obras, a entender el contexto en que fueron producidas y los intereses políticos con que fueron encargadas y creadas. El hecho de que en la Capilla de los Magos estuviera representado el poder religioso de oriente y occidente y que los humanistas Medici fueran usureros y banqueros elitistas y promotores de guerras, no me impide disfrutar, gozar y tener un ataque casi asfixiante ante los murales del Gozzoli, de su técnica y su pincelada; del manejo de la perspectiva, del color, de la precisión en los retratos y en los detalles del paisaje.

ARTE Y PODER.

El espíritu crítico, como se ha visto en varios momentos de este escrito, nos lleva a la conclusión de que los admirados y amados Medici no eran unos santos. ¿Cómo no admirarlos por el impulso que le dieron a las artes y las ciencias? ¿Cómo no criticarlos por haber defendido sus tierra y riquezas y el poder temporal de los papas a costa de incendiar Europa?

El arte fue por muchos siglos herramienta insuperable para la defensa de los poderosos. El canto gregoriano era un aletargamiento de las conciencias y un modo de recordar que todos eran pecadores. También las imágenes que castigaban con el infierno la desobediencia a las leyes divinas y humanas. Pero esto no puede enceguecer a un espectador actual e impedir el disfrute de las obras surgidas de las manos de los creadores de belleza. Por fortuna, hace poco más de un siglo el arte es “también” político. El arte no está “solo” al servicio de los poderosos, sino de los críticos de los distintos sistemas políticos: muestran con crudeza la violencia ejercida contra las minorías y los diversos, muestran el dolor de las víctimas ejercido por gobernantes sin escrúpulos que se aferran al poder en defensa de sus propios intereses.

Cabe resaltar que en la obra de Gozzoli hay una minoría casi ausente: las mujeres. Con excepción de la virgen que ocupa su rol de madre divina pero tradicional, solo aparecen en esa multitud las tres ya mencionadas hijas de Piero de Medici. No aparecen por ningún lado las respectivas esposas y amantes que sin duda tuvieron un gran ascendiente e influyeron en las decisiones y alianzas que consolidaron el poder de la dinastía Medici. A pesar de todo, los Medici banqueros promovieron las letras y las artes y el bienestar de su pueblo (la pequeña ciudad-estado de Florencia), y ayudaron con la promoción de la cultura a salir de la edad media, dando una visión humanista de la sociedad. Ojalá los banqueros de hoy tuvieran esa visón integral y humana del hombre

ARTE Y RELIGION.

Todas las religiones han utilizado el arte para afianzar su poder sobre los hombres, para demostrar que su poder viene de Dios directamente y, por lo tanto, es indiscutible. Pero si al menos se hubieran puesto de acuerdo en cuál es el dios “verdadero”, la humanidad se hubiera evitado un gran número de guerras y muchos muertos.

Si las artes visuales y la música tuvieron un gran papel para mantener la hegemonía de las religiones, quiero destacar el efecto que también tenían las iglesias, las grandes catedrales y mezquitas sobre el hombre común, quienes, al entrar a orar en estos lugares, debían sentirse como seres pequeños con pocos derechos. Hasta los poderosos reyes, poseedores de riquezas y armas, debían agachar la cabeza y buscar la aprobación de los jerarcas religiosos para legitimar la tiranía sobre sus vasallos.

Pero tal vez lo más absurdo que emerge de esta historia es que tuvieron que pasar 520 años (desde 1445, fin del Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia, hasta 1.965, fin del Concilio Vaticano II) para que temas discutidos y no resueltos por Pio II fueran impulsados y aprobados gracia a Juan XXIII: que la comunión se ofreciera en la doble especie pan y vino, y algo tan elemental como que las misas se realizaran en el idioma local y no en latín.

Además, si el espíritu ecuménico hubiera prevalecido, no solo en palabras si no en los hechos, y el papado se hubiera dedicado a resolver los problemas reales de su “rebaño” y la corrupción de sus jerarcas, tal vez se hubiera evitado la división protestante promovida por Lutero. Amén.


BIBLIOGRAFIA


Alighieri, Dante. 1926. La Divina Commedia, Inferno. Milano: A. Barion Editore.

Berenson, Bernard. 1953. Estetica, etica e storia nelle Arti della rappresentazione visiva. Milano-Firenze: Electa Editrice.


Cavendish, Richard. 2014. “The Death of Cosimo de’ Medici”. History Today, 64 (8). https://www.historytoday.com/archive/months-past/death-cosimo-de-medici


Colli Franzone, Adele. 2019. “La Cappella dei Magi di Palazzo Medici: la consacrazione del potere”. Economia Aziendale Online, 10 (3): 419-423.


Eon Experience VR, Aplicación realidad ampliada. https://eonreality.com/use-case/capilla-de-los-reyes-magos-en-vr/?lang=es Compton, Reeves. 1972. “The Congress of Arras”. History Today, 22 (10). https://www.historytoday.com/archive/congress-arras


De Aquino, Tomás. 1999. De Veritate, Cuestion 21, Sobre el bien. Navarra: Cuadernos de Anuario Filosófico, Universidad de Navarra. 


Falvo, Perla Gianni, Antonello Grippo, Tiziana Atzori, Giampiero Cicalini, Lelio Camilleri, Francesca Chiesi, Alessandro Toccafondi, Andrea Bonacchi. 2014. “Workshop with impact assessment in the Chapel of the Magi in Palazzo Medici Riccardi, Florence”. En Proceedings of the 2014 International Conference on Virtual Systems and Multimedia, 141-148. Hong Kong: Institute of Electrical and Electronics Engineers Inc.


Eco, Umberto. 2006. Historia de la Belleza. Milan: Editorial Lumen.


Fontcuberta i Famadas, Cristina. 2017. Envidiosos e ignorantes: iconografías polémicas del mundo artístico en época moderna (S. XVI – XVII). Merzhausen: Ad picturam.


Godfrey, F.M. 1952. “The Pictorial Records of the Medicis”. History Today, 2 (3). https://www.historytoday.com/archive/pictorial-records-medicis


Gombrich, E. H. 1995. La historia del arte. Ciudad de México: Editorial Diana.


Lazzi, Giovanna y Gerhard Wolf. 2009. La stella e la porpora: il corteo di Benozzo e l'enigma del Virgilio Riccardiano: atti del convegno di studi, Firenze, 17 maggio 2007. Firenze: Edizioni Polistampa.


Smartlighting. 2020. “Linea Light Group ilumina la “Capella dei Magi” en el Palacio Medici de Florencia”. Smartlighting, A Journal of Lighting Technologies, 3 de febrero.


Margherini, Graziella. 2003. La sindrome di Stendhal. Il malessere del viaggiatore di fronte alla grandezza dell'arte. Milano: Ponte alle Grazie.


Medde, Vincenzo. 2017. “I Re Magi: una fonte iconografica per conoscere la storia del Quattrocento. Cosimo de’ Medici, Bisanzio e l’Occidente”. Historia Ludens. http://www.historialudens.it/storia-moderna/308-i-re-magi-una-fonte-iconografica-per-conoscere-la-storia-del-quattrocento-cosimo-de-medici-bisanzio-e-l-occidente.html


Menczer, Bela. 1996. “The Turk at the Gates: The Hunyad Saga”. History Today, 16 (3). https://www.historytoday.com/archive/turk-gates-hunyad-saga


Morrall, John B. 1977. “Pius II: Humanist and Crusader” History Today, 8 (1). https://www.historytoday.com/archive/pius-ii-humanist-and-crusader


Neil, Ritchie. 1977. “Aeneas Silvius Piccolomini: Humanist and Pope”. History Today, 27 (7). https://www.historytoday.com/archive/aeneas-silvius-piccolomini-humanist-and-pope


Oxley, Malcom. 1994. “The Medici and Gozzoli’s Magi”. History Today, 44 (12). https://www.historytoday.com/archive/medici-and-gozzolis-magi


Pitinghi. 2013. “La Cavalcata dei Magi”. Bolettino Online n. 131 L’A4 di LabArtArc edizioni, 3 de enero. http://www.labartarc.it/file/131-a4labartarc-lacavalcatadeimagi.pdf


Ronchey, Silvia. 2006. L’enigma di Piero. L'ultimo bizantino e la crociata fantasma nella rivelazione di un grande quadro. Milano: BUR Rizzoli.


Ronchey, Silvia. 2007. “L’enigma dell’imperatore”. lastampa.it, 13 de julio.

Stendhal. 2015. Rome, Naples et Florence. Pais:  Editions Ligaran.


Traver Torras, Francisco. “Cerebro, belleza y síndrome de Stendhal”. Consorcio Hospitalario Provincial, Castellon de la plana.


Vasari, Giorgio. 1966. Le vite dei piu eccellenti pittori e scultori e architetti. Roma:Rusconi.




Comments


Déjame saber que opinas!

Eni

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page