top of page

¿PUEDEN LOS EMPRESARIOS SALVAR AL PAIS?

  • edwino54
  • 3 jun 2021
  • 9 Min. de lectura

"No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales".

SIMON BOLIVAR, Proclama 10 diciembre 1830.


Desde distintos lados se se oyen voces, llamados, a los empresarios como posibles actores importantes para la resolución de la presente coyuntura generada por la confluencia de la pandemia y el paro nacional.

La actual crisis no se le puede atribuir a un solo gobierno. Ni al actual, ni al anterior, ni siquiera a los precedentes. Esta situación ha sido una acumulación de males. Como ha sido descrita por muchos analistas, es multicausal. Malas políticas en algunos casos, malas implementaciones o carencia de ellas en otros. Mal uso de los dineros públicos, corrupción, mermeladas o auxilios parlamentarios, como se llamaban anteriormente, entregados a partidos de centro, de derecha y de izquierda, destinados a que la clase política engordara su poder y su billetera. La guerrilla que durante 50 años obstaculizó el desarrollo del campo. La generación de grupos privados aliados al narcotráfico. La lucha por la posesión de las tierras. Visiones de corto plazo y sectorizadas. Desastres naturales para los cuales nunca estamos preparados. Una acumulación de males, ya suficientemente descritos, estudiados y diagnosticados por filósofos, sociólogos, economistas e intelectuales colombianos y extranjeros.

No hay duda de que estamos atravesando por la crisis social y económica más aguda del último siglo. Pero ya estamos metidos en esta situación, no podemos deshacer los pasos. Ahora lo importante es encontrar el camino para salir de esta encrucijada.


¿QUÉ TAN REALISTA E IMPORTANTE PUEDE SER EL ROL DEL SECTOR PRIVADO?


Partamos de la base de que el sector privado no está exento de culpas. No todos, no en igual medida, pero sí, el sector ha sido ciego al hacer alianzas de corto o largo plazos con políticos, instituciones o incluso con grupos ilegales con el fin de promover o proteger sus actividades. Estas complicidades han tenido muchas modalidades y expresiones distintas en las grandes ciudades, en las regiones y en el campo. Pero estas ya no son un misterio porque hay múltiples investigaciones a nivel nacional e incluso realizadas por organismos internacionales que han hecho evidentes estas alianzas perversas. En épocas pasadas y en algunas zonas como en Medellín o Cali ha habido convivencia, complicidad y connivencia de parte de la sociedad con los oscuros intereses del narcotráfico. No se trata, como ha sucedido en el pasado, de estigmatizar estas ciudades, pero sí de hacer memoria. No podemos olvidar lo que hemos vivido, si queremos generar opciones diferentes.

El sector financiero ha crecido desmedidamente y se ha aprovechado de su poder económico y mediático para aumentar desproporcionadamente sus utilidades en desmedro de las empresas del sector productivo, industrial y agrícola, y del ahorrador y consumidor final. No cabe duda de que, por la magnitud de los dineros involucrados, este sector se ha enriquecido por la intermediación, para no llamarla lavado, de los dineros ilegales producto del narcotráfico, la corrupción y la violencia organizada; ha sido complaciente con los dineros mal habidos.

¿Entonces, puede este sector ser parte de la solución del problema que ha ayudado a generar?

La respuesta claramente es SÍ. Sí, porque hay tanto empresarios como agencias, asociaciones de todo tipo y gremios, a lo largo y ancho del país, que han trabajado por lustros en la creación de “tanques” de pensamiento, que generan ideas, proyectos y soluciones a la problemática social y económica del país. A través de sus relaciones institucionales y como conocedores de los problemas inherentes de cada sector productivo, han aportado ideas y soluciones a los respectivos ministerios y entidades del estado que regulan sus actividades. Como es natural, muchas veces esos aportes se han convertido en presiones para que se destinen recursos a sectores específicos, pero no me cabe duda de que ha habido, en general, buena fe para generar sinergias y para llevar al sistema productivo a un nivel más competitivo.

Pero la pregunta clave es cómo puede participar y cuál es el rol de este sector. No creo que la única forma de participar sea pagando impuestos. ¡Allí no termina el rol del sector privado! El sector privado debe unirse para generar un nuevo modelo, debe hablar con una voz unificada.

En este último mes, cada gremio habla, hace declaraciones y manifiesta su preocupación por el impacto que los bloqueos están causando en su sector, ya sea por el desabastecimiento de insumos y materias primas para la producción o por la incapacidad de hacer llegar sus productos a los puntos de distribución. Descubrimos de pronto que la globalidad está más cerca de lo que creíamos. Si cierran la vía al llano, nos quedamos sin carne; si cierran la vía a Nariño o a Boyacá, nos quedamos sin papas; si bloqueamos la vía a Cali, la industria se queda sin empaques de cartón; si bloqueamos la vía a Buenaventura, nos quedamos sin los productos importados, entre ellos, todos los cereales que deberíamos producir localmente.

Todas estas voces individuales son legítimas, pero no son suficientes y no se oyen, no impactan, precisamente porque son una declaración de parte, defienden un interés parcial. Necesitamos que el sector empresarial supere esa visión y se atreva a plantear soluciones de largo plazo y acuerdos que beneficien a todos. Que sea capaz de usar su poder de negociación, su capacidad de incidir en las políticas públicas para presionar a los políticos, en primer lugar, y a las instituciones, en general, para que modifiquen el rumbo del país y cumplan con los compromisos acordados. Tiene que presionar para que no se confundan causas con efectos, para recordar nuestra historia de violencia, para construir, echando nuevas raíces, una nueva nación más justa y equitativa, superando los conflictos. El sector productivo del país tiene que obligar con su poder económico a que se superen los egoísmos.

El país tiene que ponerse de acuerdo sobre cuál es la nueva ruta o seremos cada vez un país más inviable, al garete, en medio de la tormenta. Y el rol fundamental del sector empresarial debe ser aunar su voz para que el país no fracase en medio de las disputas, las polarizaciones y los intereses personales y narcisistas de los grupos de poder que trabajan solo en beneficio propio. La clase empresarial debe salir de su escondite, tiene que cumplir un papel mucho más activo y hacer oír su voz. ¡La situación no da espera! El empresariado no puede seguir siendo “neutral”, tiene que tomar partido sin fomentar discriminaciones ni polarizaciones improductivas, deslindándose de políticas y políticos malsanos. Debe abandonar el silencio oportunista y cómplice de sectarismos, promoviendo cambios de fondo en nuestro modelo de sociedad.


DECÁLOGO.


Tenemos que ponernos de acuerdo sobre la partitura que vamos a tocar en los próximos años. De ahí en adelante cada uno deberá tocar la línea que le corresponda: cada cual deberá tener clara su parte y su responsabilidad para que suene armónicamente y no sigamos promoviendo una sociedad cacofónica y caótica.

Me permito sugerir este decálogo, no exhaustivo, que está muy alineado con la Constitución Política de Colombia de 1991.


  • Respetar la constitución, partitura fundamental de nuestra democracia y del futuro de nuestra sociedad. Coadyuvar en la instauración efectiva de los mecanismos de participación ciudadana a nivel local y regional.

  • Acordar una idea de país donde quepamos todos, en la que el bienestar de unos redunde en el bienestar de los otros. Crear un imaginario colectivo de sociedad, un proyecto visual de país, un norte que compartamos en sus principios y valores fundamentales, sin unanimismos, creando mecanismos de diálogo para llegar a consensos.

  • Respetar y promover los derechos de las minorías étnicas, religiosas, raciales, regionales. Respeto a las culturas ancestrales. Respeto a la diversidad sexual, a los derechos de las mujeres. Promoción integral del desarrollo de los niños, niñas y jóvenes en ambientes protegidos y creativos.

  • Lograr acuerdos y compromisos claros y concisos que permitan dar tiempo para concretar las soluciones. No más promesas de realizar obras, mejoras y demás, para las cuales no hay voluntad política de cumplir. No podemos solucionar de modo instantáneo lo que no se solucionó en el pasado, pero hay que empezar a bajar los niveles de inequidad y redistribuir desde el estado la riqueza del país, mejorando de modo integral los servicios y la atención a la población.

  • Llegar a acuerdos sobre temas fundamentales: leyes anticorrupción, reforma a la administración pública para hacerla eficiente, políticas fiscales redistributivas, mayor inversión en educación y salud, políticas de empleo, disminuir a sus justas proporciones el gasto militar.

  • Solucionar el problema del tráfico de drogas, si es necesario por medio de la legalización unilateral de la producción y la reglamentación de la comercialización en Colombia. No podemos continuar con el fardo de la lucha antidrogas y su impacto sobre la sociedad colombiana, su espejismo del dinero fácil y la infiltración de intereses oscuros en la administración del estado.

  • Garantizar que el estado tenga el monopolio de las armas. Desarmar a los civiles y educar en el dialogo no violento, formando desde las escuelas a los jóvenes en la resolución pacífica de conflictos.

  • Garantizar pronta y cumplida justicia para todos. Mientras la impunidad siga siendo la regla en Colombia, será siempre más fácil violar que cumplir las normas y leyes.

  • Implementar las normas constitucionales sobre políticas de tierras y desarrollo sostenible en las regiones. Llevar el estado hasta el último rincón del país, dotando a las poblaciones rurales de vivienda y servicios públicos dignos. Apoyo a las actividades del campo, financiación, ayuda técnica, vías, salud y educación.

  • Acordar y ejecutar políticas ambientales de largo plazo que protejan las fuentes de agua, los bosques, nuestra fauna y flora. Cumplir e implementar el Acuerdo de Paris firmado por Colombia ”para combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono”. Posicionar a Colombia como país líder en la protección del medio ambiente.


PARA TERMINAR


El presidente Duque, y lo menciono explícitamente porque él se hizo elegir para regir el destino de los colombianos y las colombianas, tiene que cambiar de registro, tiene que cambiar de canal, pero no hablando en inglés, hablando en colombiano y hablándole a todos y todas las habitantes de este país. No puede seguir siendo prisionero de la clase política ni de políticas erráticas. O se convierte inmediatamente en un verdadero líder o Colombia se verá abocada al caos y a otra guerra civil.

Tenemos, como siempre nos lo han dicho, un potencial enorme como país. Tenemos enormes riquezas naturales, una posición geográficamente privilegiada, una población trabajadora y echada pa’ delante, como se suele decir. Tenemos universidades públicas y privadas pensantes, generadoras de conocimiento científico, capaces de producir análisis y propuestas desde los social y lo económico. Tenemos un movimiento artístico cada vez más amplio: escritores, pintoras, músicos; verdaderos talentos de proyección internacional. Pero seguimos sin creer en nosotros mismos. Preferimos tener en nuestra cabeza como referente un país violento y no un país pacífico donde se conjugan saberes y diversidades. Tenemos que defender nuestra identidad y nuestras raíces de modo crítico, pero constructivo. Tenemos que creer en nosotros mismos. No podemos seguir confundiéndonos en discusiones bizantinas. No podemos culpar a las y los jóvenes y protestantes porque son incultos y no tienen “educación”, cuando precisamente amplios sectores de la población no han tenido acceso a educación de calidad y, de hecho, es en parte lo que reclaman.

El sector empresarial colombiano y, en general, la clase dirigente tiene que cambiar su percepción del concepto de riqueza. No se es rico cuando se tiene mucho dinero en el banco ni cuando se tienen más cosas de las que se pueden usar o disfrutar. Se es rico cuando puedes vivir en paz y tranquilidad. Cuando tus hijos pueden salir a la calle y no estás aterrorizado porque los pueden matar por robarles la bicicleta, el celular o unos aretes. Cuando se puede caminar por las calles sin el miedo que produce una moto con parrillero. Cuando puedes recobrar el placer de viajar por Colombia, sorprendiéndote con sus paisajes, su flora y su fauna; admirando sus nevados, las montañas, ríos y mares. Cuando sabes que a 200 metros de tu vivienda hay un barrio de familias que viven de forma digna y no están pasando hambre. Se es rico cuando puedes disfrutar tu dinero, aquí, con tu familia, y no teniendo que viajar a Miami o a Europa para decirle a tus hijas: “Ves, aquí si puedes salir a la calle sola. ¿Ves cómo es de civilizado este país?”. En fin, ser ricos debe ser, no solo vivir bien, sino poder tener una vejez y una muerte tranquila y con una pensión digna que no deje desamparados a tus descendientes cuando ya no estés.

Y para contribuir a la construcción de este nuevo concepto de riqueza, no podemos olvidar qué es la pobreza en Colombia: hambre, desnutrición; falta de agua potable, servicios de salud, educación de calidad, oportunidades para las mujeres y jóvenes; desempleo, empleo informal sin prestaciones sociales, sin ninguna protección en la vejez o cuando estás en una condición de incapacidad física o mental. Está es la realidad, la dura realidad, del 67.7% de las clases Pobres y Vulnerables tal y como las define el DANE.


¡Los empresarios tienen que hacer oír su voz! Pero alerta: si se escucha la voz del presidente del Consejo Gremial, que según él representa el 95% de la producción del país, solo solicitando la terminación absoluta de los bloqueos, y no se le escucha pidiendo cambios en las políticas económicas y sociales, promoviendo cambios en el modo de hacer política, y si además los empresarios no escuchan el clamor de la gente que está protestando pacíficamente, podemos caer en el chaos que el Presidente Duque está promocionando.

Como empecé con Bolívar terminemos con Acevedo y Gómez, el Tribuno del Pueblo, y aprendamos de la historia. Si dejamos pasar estos momentos de “efervescencia y de calor”, mañana podría ser tarde.

PS: ¿Es utópica la idea de encontrar una voz común? Entonces, busquemos ayuda. Cuando un organismo está enfermo, tiene que buscar ayuda. Y si nuestros problemas están basados en la incapacidad de oírnos y dialogar para encontrar soluciones comunes, busquemos cómo reconstruir nuestras conversaciones. En el pasado Marshall Rosenberg utilizó sus técnicas de Comunicación NoViolenta en contextos de guerra y conflicto en Medio Oriente e, incluso, en Colombia. Cómo sería de provechoso que nuestros dirigentes políticos, los que han creado esta inútil polarización, se sentaran alrededor de una mesa y tuvieran conversaciones verdaderamente empáticas y constructivas. Tal vez descubrirían que son más las cosas que los unen que las que los separan.

EDWIN ORTEGA DEL CHIARO



Comments


Déjame saber que opinas!

Eni

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page